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La firma

Breve semblanza personal de Gaspar Ariño

Gaspar Ariño ha dejado “huella”

Gaspar Ariño (Foto: Archivo)

José Luis Villar Ezcurra

Profesor Titular de Derecho Administrativo (UCM) y socio fundador de Villar y Asociados Abogados




Tiempo de lectura: 4 min

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La firma

Breve semblanza personal de Gaspar Ariño

Gaspar Ariño ha dejado “huella”

Gaspar Ariño (Foto: Archivo)



El pasado jueves 5 de enero de 2023 fue, sin duda, agitado y triste tanto para mí como para todos los que conocíamos a Gaspar Ariño. Me enteré de su fallecimiento el jueves por una llamada de mi compañero Rafael Ariño con quien tantos años compartí trabajo en la firma Ariño y Villar Abogados.

Poco después recibí un mensaje de LuisJa Sánchez en el que me pedía un breve artículo para Economist & Jurist sobre Gaspar Ariño. Le pedí que me dejase algo de tiempo y accedió, lo que le agradezco tremendamente. Ahora cumplo con lo prometido, porque tampoco quiero demorarlo más, destacando la faceta de su personalidad ya que sobre sus méritos profesionales y académicos ya ha dado cuenta, entre otros, el artículo publicado en el propio Economist & Jurist al que me remito.



Mi conocimiento de Gaspar viene de muy lejos, porque a ambos nos unía la figura de Villar Palasí (mi padre), que fue nuestro maestro y del que siempre nos hemos considerado discípulos. Suya fue la construcción de los cimientos de nuestro Derecho público sobre los que, luego, Gaspar fue edificando lo que ha dado en llamarse como Derecho público económico.



De izda a dcha: Rafael Ariño, Gaspar Ariño y José Luis Villar Ezcurra (Foto: Archivo)

Eran interminables las charlas entre ambos tanto en el domicilio de mi padre como en la Facultad de Derecho y de esas charlas surgieron las primeras publicaciones de Gaspar sobre la contratación pública que tanto han marcado a las generaciones siguientes (incluido yo mismo).



Su Teoría del equivalente económico (1968) sigue siendo libro de cabecera para todos cuantos nos dedicamos a la contratación pública, no solo por lo que dice sino por lo mucho que sugiere, sin que los sucesivos cambios legislativos hagan perder a la obra un ápice de actualidad.

A partir de ahí no dejaría de publicar sobre la contratación administrativa, pero abriendo otros muchos frentes y facetas del Derecho público, entre los que quisiera destacar, como ya he dicho, lo que genéricamente podría ser denominado Derecho público económico.

Un Derecho polifacético puesto que abarca a todos los sectores de la economía en donde, de una forma u otra, interviene la Administración: energía, agua, gas, telecomunicaciones y un largo etcétera, que abordaría, bien en solitario, bien como coordinador de equipos de juristas especializados.

Y, en este último punto es donde entra en juego su otra gran faceta de jurista como abogado, porque esta es la forma de “tocar de cerca” los problemas y apuntar hacia posibles soluciones.

Aquí es donde surge la idea de formar un Despacho que, tras varios intentos se alumbra bajo la denominación inicial de Ariño y Asociados a los que va incorporando juristas y abogados, la mayor parte de los cuales provienen del mundo universitario.

En este Despacho, que, poco a poco va creciendo con la incorporación de nuevos miembros (entre los que me encuentro yo), se tratan tanto asuntos directamente relacionados con la abogacía como con la formación académica, bajo la forma de obras colectivas.

Aquí participamos, además, no solo los miembros del Despacho sino, también, personas ajenas al mismo, pertenecientes al mundo académico, encargándonos de las diversas facetas a tratar siempre bajo la dirección de Gaspar. Fueron unos años fructíferos, a los que habría que añadir la intensa labor en Latinoamérica, de la mano del Profesor de la Cuétara, llegando a formar una Asociación con los mejores Despachos de allí en Derecho Público. Algo que merecería un capítulo aparte pero que ahora me limito a reseñar.

Gaspar combinaba la “mano de hierro” con el diálogo reposado, en una extraña conjunción que nunca llegué a explicarme, aunque lo cierto es … que funcionaba a las mil maravillas.

Pasados los años (y allá por 2010) cambió la denominación del Despacho por la de Ariño y Villar, designándonos a Rafael Ariño y a mí como Directores del mismo. Entre los dos, dimos un fuerte giro al Despacho dirigiéndolo principalmente hacia la abogacía, pero sin llegar a perder la perspectiva académica que nunca llegó a ser abandonada.

Fueron, también, años de intenso y fructífero trabajo que colocaron a nuestro Despacho entre los mejores de toda España, y de los que me siento muy orgulloso. Gaspar, como siempre, abría nuevos mercados mediante sus incesantes publicaciones tanto en medios académicos como en la prensa y proliferaron las conferencias por parte de muchos de nosotros.

Ante nuevos problemas en nuestra economía, nuevas soluciones, que partían del Despacho, y que poníamos a disposición de nuestros clientes. Eso sí, Gaspar nunca abandonó su tremendo afán por publicar periódicamente en la prensa en temas candentes que le han venido ocupando de muchos modos durante años, como pueda ser la reforma de las Cajas de ahorros, la Corona, la independencia de Cataluña, la regeneración de la democracia y los populismos políticos.

Pero tengo que poner ya fin a esta breve semblanza de alguien que, como Gaspar Ariño, ha dejado “huella” entre todos los que le conocimos tanto de cerca (como fue mi caso) como de lejos, y que ahora disfruta, nuevamente, de la compañía de su esposa, María, a la que tanto amaba. Descansa en paz querido Gaspar y vela por nosotros…

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