De coches, peatones y posesión de la calzada
"Respetar las normas de tráfico para una convivencia segura"
(Foto: E&J)
De coches, peatones y posesión de la calzada
"Respetar las normas de tráfico para una convivencia segura"
(Foto: E&J)
Las discusiones en torno al tráfico de vehículos y la interacción entre conductores y peatones son innumerables y complejas. En el día a día, la calzada se convierte en un escenario de convivencia y, al mismo tiempo, de conflicto. La posesión del espacio en la vía pública es un tema que va más allá de lo puramente legal y se adentra en el terreno de la psicología social, el comportamiento humano y la interpretación subjetiva de los derechos y deberes que cada individuo cree tener. La dinámica de cómo se utiliza y se disputa el espacio en la calzada refleja no solo la normativa vigente, sino también las actitudes y valores de quienes participan en la circulación vial.
Un reciente incidente ocurrido en Talavera de la Reina, donde una mujer intentó reservar un espacio de aparcamiento para un vehículo que aún no había llegado, mientras un conductor intentaba estacionar en dicho lugar, pone en evidencia la complejidad de la interacción entre usuarios de la vía pública. Este evento, grabado y difundido ampliamente en redes sociales, se convirtió rápidamente en un ejemplo claro de cómo las percepciones individuales sobre el derecho a usar y disfrutar un espacio pueden chocar frontalmente con las normas establecidas y el derecho de los demás.
La posesión del espacio en la vía pública
En este sentido, Álvaro D´Ors señala en La posesión del espacio lo siguiente: «La posesión, no siendo concebida como «derecho subjetivo» de la manera que viene siendo la propiedad, sino como posición personal de hecho, no por ello dejaba de estar protegida jurídicamente; en un principio, mediante el trámite de los interdictos u órdenes imperativas de respetar el hecho de una tenencia; pero la diferencia entre los interdictos y las acciones judiciales que correspondían a los titulares de derecho vino a desaparecer, de manera que acabó por hablarse de un «derecho a poseer» —ius possidendi, o ius possessionis—, con lo que también la posesión llegó a ser un «derecho subjetivo»».
Es más, en el lenguaje común, la posesión y la propiedad se identifican, y de un hombre rico se dice que tiene «muchas posesiones». A pesar de esa aproximación, sigue persistiendo la idea de que la posesión se refiere especialmente a la propiedad inmobiliaria y, preferentemente, a las tierras rústicas. Sin embargo, en el mismo lenguaje neo-testamentario, se conserva la distinción entre propiedad y posesión cuando San Pablo (II Cor. 6, 10) dice que los cristianos, aunque no tienen nada como propietarios, lo tienen todo como poseedores: nihil habentes, sed omnia possidentes.
Desde un punto de vista jurídico, es fundamental comprender que los espacios de aparcamiento en la vía pública forman parte del dominio público y, por tanto, no pueden ser objeto de posesión en el sentido tradicional del término. Según el artículo 437 del Código Civil, «solo pueden ser objeto de posesión las cosas y derechos que sean susceptibles de apropiación». Un espacio de aparcamiento, al ser parte del dominio público viario, no puede ser reservado por una persona para un uso privado, lo que contradice la acción de la mujer en Talavera de la Reina que intentó impedir que otro conductor estacionara en dicho lugar.
Normativa y conflictos
Este tipo de situaciones se ponen aún más interesantes cuando se considera la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala I) 234/2008, de 28 de noviembre, que afirma que la determinación de los actos o circunstancias que configuran la posesión en concepto de dueño es una cuestión de hecho. En otras palabras, la posesión no es simplemente un concepto legal abstracto; es una realidad que se manifiesta en hechos concretos y específicos, determinados por el contexto y las circunstancias de cada caso. Ello implica que, aunque un espacio de aparcamiento en la vía pública no pueda ser legalmente poseído por una persona, las acciones de las personas involucradas en situaciones como la descrita pueden dar lugar a conflictos interpretativos que deben ser resueltos por las autoridades competentes.
Además, el Real Decreto Legislativo 6/2015, de 30 de octubre, regula claramente los derechos y obligaciones tanto de los conductores como de los peatones en la vía pública. Este decreto establece que el conductor de un vehículo tiene preferencia de paso respecto de los peatones, salvo en ciertas excepciones bien definidas, como en los pasos para peatones, aceras y demás zonas peatonales. Sin embargo, estas normas a menudo no se conocen o no se interpretan correctamente, lo que genera confusión y conflictos en situaciones cotidianas. Por ejemplo, la normativa también establece que los conductores deben ceder el paso a los peatones que están cruzando la calle cuando el vehículo gira para entrar en otra vía, incluso si no existe un paso para peatones. Estos detalles, que pueden parecer menores, son en realidad fundamentales para garantizar la seguridad y el orden en la circulación vial.
El caso de Talavera de la Reina refleja cómo las normas y regulaciones, por claras que sean en el papel, no siempre son fáciles de aplicar en la práctica. La mujer que intentó reservar el espacio de aparcamiento actuó de manera que consideraba justa, basándose en su percepción de derecho al espacio, mientras que el conductor del vehículo azul, que intentaba estacionar, también actuaba de acuerdo con su entendimiento del derecho a usar un espacio público. Este tipo de conflictos no son raros y a menudo resultan en tensiones y altercados que podrían evitarse con una mejor comprensión y respeto de las normativas de tráfico por parte de todos los usuarios de la vía pública.
Es esencial comprender que la calzada y los espacios de aparcamiento en la vía pública están diseñados para ser utilizados por cualquier ciudadano que cumpla con las normativas de tránsito y estacionamiento. Intentar reservar estos espacios para un uso exclusivo contradice el principio fundamental de que las vías públicas son, por definición, para el uso de todos. Ello no solo es una cuestión de legalidad, sino también de ética y convivencia. Cuando una persona intenta apropiarse de un espacio público de manera privada, está vulnerando el derecho de los demás a hacer uso de ese espacio, lo cual puede derivar en conflictos como el ocurrido en Talavera de la Reina.
El Reglamento General de Circulación, aprobado por el Real Decreto 1428/2003, también establece que ningún peatón debe permanecer detenido en la calzada o en el arcén cuando exista un refugio, zona peatonal u otro espacio adecuado. Esta norma busca proteger tanto a los peatones como a los conductores, garantizando que el flujo de tráfico se mantenga sin interrupciones innecesarias y que los peatones no pongan en riesgo su seguridad al permanecer en áreas destinadas al tráfico de vehículos a motor. En el caso de Talavera de la Reina, la mujer que bloqueaba el paso para reservar el espacio de aparcamiento infringió claramente esta norma, lo que no solo creó un conflicto con el conductor que intentaba estacionar, sino que también puso en riesgo su propia seguridad y la de los demás usuarios de la vía.
La importancia de la educación vial
Este tipo de situaciones subraya la importancia de la educación vial y la concienciación sobre las normas de tráfico. A menudo, los conflictos en la vía pública no surgen de un deseo intencional de violar la ley, sino de la falta de conocimiento o comprensión de las normativas vigentes. Por tanto, es esencial que tanto los conductores como los peatones estén informados sobre sus derechos y obligaciones en la calzada, y que comprendan que el respeto mutuo y la cortesía son fundamentales para una convivencia armoniosa y segura en la vía pública.
El espacio público, en particular las vías destinadas al tráfico de vehículos y peatones, es un bien común que debe ser gestionado con responsabilidad por parte de todos los usuarios. La normativa de tráfico y circulación no solo establece las reglas del juego, sino que también refleja los valores de una sociedad en términos de respeto, equidad y seguridad. En este sentido, los incidentes como el de Talavera de la Reina sirven como recordatorios de la importancia de adherirse a estas normas y de actuar con civismo y respeto hacia los demás.
El hecho de que las normas de tráfico y circulación estén diseñadas para promover la seguridad y el orden en la vía pública no significa que estas normas sean estáticas o inflexibles. Al contrario, las regulaciones deben adaptarse continuamente a las necesidades cambiantes de la sociedad y a las nuevas realidades del tráfico urbano y rural. Ello incluye no solo la regulación de la circulación de vehículos y peatones, sino también la consideración de nuevos modos de transporte, como las bicicletas y los vehículos de movilidad personal, que están cada vez más presentes en las ciudades modernas.
En la misma línea, el artículo 25 del Real Decreto Legislativo 6/2015 establece las prioridades de paso y las obligaciones de los conductores en relación con los peatones, los ciclistas y otros vehículos. Este artículo reconoce la complejidad de las interacciones en la vía pública y establece una serie de reglas diseñadas para minimizar los conflictos y garantizar la seguridad de todos los usuarios. Por ejemplo, se otorga preferencia de paso a los peatones en ciertas circunstancias específicas, como cuando cruzan una vía por un paso de peatones o cuando un vehículo gira y hay peatones cruzando. Estas reglas, aunque claras en su redacción, requieren una interpretación cuidadosa y un cumplimiento riguroso para ser efectivas en la práctica.
En el caso de los ciclistas, el artículo 25 también establece que tienen preferencia de paso en varias situaciones, como cuando circulan por un carril bici o cuando un vehículo gira para entrar en otra vía y hay ciclistas en sus proximidades. Esta normativa reconoce la vulnerabilidad de los ciclistas en la vía pública y busca protegerlos de posibles accidentes, pero también requiere que los ciclistas cumplan con sus propias obligaciones y respeten las normas de tráfico. Del mismo modo, los peatones tienen el deber de transitar por las zonas peatonales siempre que sea posible y de no invadir la calzada o el arcén innecesariamente.
La regulación de la circulación en la vía pública es, por tanto, un equilibrio delicado entre los derechos y deberes de todos los usuarios. Este equilibrio se basa en la premisa de que la seguridad y el orden son responsabilidades compartidas y que cada usuario de la vía tiene un papel que desempeñar en la creación de un entorno seguro y armonioso. La ley establece las reglas básicas, pero es la conducta de los individuos la que determina en última instancia la efectividad de estas normas.
En situaciones de conflicto, como la descrita en Talavera de la Reina, es esencial que todos los implicados mantengan la calma y actúen con respeto y cortesía. La confrontación y el enfrentamiento solo sirven para agravar las tensiones y poner en riesgo la seguridad de todos los involucrados. En lugar de intentar imponer su voluntad mediante la fuerza o la intimidación, los usuarios de la vía pública deben buscar soluciones constructivas y cooperar para resolver los conflictos de manera pacífica y respetuosa.
En última instancia, la cuestión de la posesión del espacio en la calzada es una cuestión de interpretación y aplicación de la normativa vigente. La ley establece que los espacios de aparcamiento en la vía pública no pueden ser reservados para uso privado y que los peatones no deben bloquear el tráfico en la calzada. Sin embargo, estos principios básicos a menudo se ven desafiados por las percepciones individuales y las interpretaciones subjetivas de los derechos y deberes de cada persona. Es por ello que la educación y la concienciación son herramientas fundamentales para promover una cultura de respeto y civismo en la vía pública.
La convivencia en la calzada requiere un esfuerzo conjunto por parte de todos los usuarios. Los conductores deben ser conscientes de su responsabilidad hacia los peatones y ciclistas, y los peatones deben respetar las normas de tráfico y no poner en riesgo su seguridad ni la de los demás al invadir la calzada innecesariamente. Solo mediante un compromiso mutuo con la seguridad y el respeto se puede garantizar un entorno vial seguro y ordenado para todos.
En definitiva, el análisis de la posesión del espacio en la calzada nos lleva a reflexionar sobre la importancia de las normas de tráfico y su correcta aplicación. La calzada es un espacio público que debe ser compartido de manera equitativa y respetuosa por todos los usuarios, y las normativas de tráfico son fundamentales para garantizar que esto ocurra. Incidentes como el de Talavera de la Reina nos recuerdan que, aunque las leyes son claras, su aplicación en la práctica requiere una comprensión profunda de los derechos y deberes de cada individuo y un compromiso constante con la seguridad y el civismo en la vía pública, algo que, lamentablemente, no forma parte de la conciencia de todos.