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La firma

e-Curia: el LexNET europeo ya está aquí

"La historia de e-Curia está lejos de terminar"

La pandemia impulsó la digitalización en la Justicia, que tiene por delante cuatro años para implementar una batería de cambios. (Imagen: Freepik)

Diego Fierro Rodríguez

Letrado de la Administración de Justicia




Tiempo de lectura: 7 min

Publicado




La firma

e-Curia: el LexNET europeo ya está aquí

"La historia de e-Curia está lejos de terminar"

La pandemia impulsó la digitalización en la Justicia, que tiene por delante cuatro años para implementar una batería de cambios. (Imagen: Freepik)



Se ha hecho mucho por imaginar una Administración de Justicia donde los documentos ya no se mueven en papel, donde abogados, jueces y partes procesales interactúan a través de un entorno digital seguro, instantáneo, que elimina por completo las barreras del tiempo y el espacio. Este no era un escenario extraño para España con LexNET, pero ahora comienza a ser una realidad que parece materializarse en la Unión Europea con la aplicación e-Curia. Es un paso más hacia un mundo en el que la tecnología redefine no solo cómo vivimos, sino también cómo funciona uno de los pilares más antiguos de nuestra civilización: la justicia.

La decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 4 de septiembre de 2024 formaliza lo que ya había comenzado a vislumbrarse hace años, pero que ahora se convierte en una realidad ineludible. El sistema e-Curia no solo se presenta como una herramienta de conveniencia para abogados y jueces, sino que representa un cambio de paradigma en la forma en que entendemos los procesos judiciales en Europa.



El concepto de “justicia lenta” puede estar a punto de desaparecer, y no solo por la velocidad con la que se transmiten los escritos procesales. En un sentido más profundo, e-Curia abre la puerta a una justicia más accesible, donde las diferencias geográficas, culturales y administrativas entre los Estados miembros pueden empezar a diluirse.



Para entender el impacto de e-Curia, es necesario observar cómo la historia de la humanidad ha estado siempre vinculada a la forma en que organizamos la información. Desde la invención de la escritura hasta la imprenta de Gutenberg, pasando por el desarrollo de la burocracia estatal en la Edad Moderna, hemos creado sistemas para registrar, almacenar y transmitir datos. El derecho, que se nutre de precedentes y de la correcta interpretación de las leyes, es un testimonio vivo de esa evolución. Sin embargo, nunca antes habíamos tenido la oportunidad de manejar tal cantidad de información con la velocidad y precisión que permiten las tecnologías digitales. e-Curia es, en cierto sentido, el siguiente capítulo en esta historia milenaria.

Hay que reseñar que la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 4 de septiembre de 2024 está cuidadosamente anclada en el Reglamento de Procedimiento del Tribunal de Justicia, específicamente en los artículos 48 y 57. Este no es un simple detalle técnico, sino una declaración de intenciones: lo que se hace con e-Curia no es una modernización superficial, sino una reconfiguración profunda de las reglas del juego judicial. Al establecer que los documentos presentados a través de e-Curia tienen la misma validez que los originales en papel, y que su presentación y firma digital equivalen a una firma manuscrita, el Tribunal está proclamando que lo digital ya no es una alternativa, sino la nueva norma. En términos simbólicos, es un reconocimiento de que el poder de las instituciones judiciales europeas reside ahora también en el ciberespacio.

(Imagen: TJUE)

Lo que hace particularmente fascinante a e-Curia es su enfoque en la seguridad jurídica. En un mundo donde la información puede ser manipulada y la privacidad violada con facilidad, garantizar la autenticidad y la integridad de los documentos es crucial. e-Curia logra esto mediante un sofisticado sistema de autenticación electrónica, que combina un nombre de usuario y una contraseña personalizados. Este proceso asegura que solo los actores procesales legítimos puedan acceder a la información y que los documentos presentados no puedan ser alterados de forma ilícita. De este modo, la plataforma no solo responde a las demandas de una mayor celeridad en los procesos judiciales, sino que también protege la confianza pública en la administración de justicia.

El éxito inicial de e-Curia, tras su introducción en 2018, es una prueba del potencial de las plataformas digitales en el ámbito judicial. Aquel año, la aplicación fue extendida para incluir no solo a los abogados y agentes oficiales de los Estados miembros, sino también a otras personas que, según las normas procesales nacionales, podían representar a las partes en un juicio. Esto marcó un cambio importante, al abrir las puertas de un sistema judicial europeo más inclusivo. Ya no se trataba solo de agilizar el trabajo de los profesionales del derecho, sino de hacer que la justicia estuviera más al alcance de todos los ciudadanos.

Esta expansión de e-Curia no es un simple detalle técnico. Refleja una tendencia más amplia hacia la democratización de la justicia. A lo largo de la historia, el acceso a los tribunales ha sido un privilegio de aquellos con los recursos necesarios para navegar por los intrincados laberintos del sistema judicial. Las tecnologías digitales, sin embargo, tienen el potencial de cambiar esto, y e-Curia es un paso en esa dirección.

Al permitir que personas que no son abogados puedan utilizar la plataforma para presentar documentos en casos prejudiciales, se está facilitando el acceso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea para un conjunto más amplio de personas. No es solo una cuestión de eficiencia; es una cuestión de equidad.

En este contexto, la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 4 de septiembre de 2024 va aún más lejos, al extender el uso de e-Curia a los órganos jurisdiccionales de Estados terceros, siempre que estos estén autorizados por el Derecho de la Unión para presentar cuestiones prejudiciales ante el Tribunal de Justicia.

Este movimiento tiene implicaciones profundas en la forma en que Europa se relaciona con los sistemas judiciales fuera de sus fronteras. No es solo un gesto hacia una mayor integración judicial en Europa, sino también un reconocimiento de que el derecho de la Unión es cada vez más relevante en un mundo globalizado. En lugar de erigir barreras, e-Curia se presenta como un puente entre sistemas judiciales, una herramienta para facilitar el diálogo transnacional en el ámbito del derecho.

Sin embargo, este nuevo sistema plantea algunas preguntas interesantes sobre la naturaleza de la justicia en la era digital: ¿Qué implica que los documentos judiciales se consideren “originales” cuando son presentados a través de un sistema digital? ¿Cómo cambia nuestra percepción de la autenticidad y la autoridad en un mundo donde la firma manuscrita es reemplazada por una secuencia de bits? En última instancia, la implementación de e-Curia nos obliga a repensar algunas de nuestras nociones más fundamentales sobre lo que significa presentar pruebas, alegar derechos y recibir notificaciones en un entorno judicial.

La presentación de documentos a través de e-Curia no es solo una cuestión de conveniencia. La plataforma transforma lo que solía ser un proceso burocrático lento y tedioso en algo casi instantáneo. En lugar de esperar días, o incluso semanas, para que un documento llegue a su destino, las partes pueden ahora transmitir y recibir escritos en cuestión de segundos.

Esto tiene un impacto directo en la celeridad procesal, uno de los pilares de cualquier sistema judicial eficiente. Pero la rapidez no es el único beneficio. Al eliminar el papel de la ecuación, se está haciendo un favor no solo al medio ambiente, sino también a la transparencia. Todos los documentos están disponibles para su revisión, con marcas temporales precisas que registran cada acción realizada en la plataforma.

El mecanismo para presentar anexos y listas de documentos a través de e-Curia es otro aspecto que merece una reflexión más profunda. En teoría, la digitalización de estos procesos podría conducir a un manejo más eficiente de la información. Sin embargo, también plantea el desafío de cómo organizar y procesar grandes volúmenes de datos en un entorno digital. La capacidad para hacerlo de manera eficiente y segura determinará, en última instancia, el éxito de e-Curia como plataforma. No basta con digitalizar los procesos; también es necesario desarrollar sistemas que permitan la gestión inteligente de la información.

(Imagen: E&J)

El tema de la notificación de documentos a través de e-Curia es igualmente fascinante. En el pasado, la notificación de un documento judicial podía ser un proceso arduo y lento. Ahora, con e-Curia, un simple correo electrónico puede alertar a las partes de que un documento ha sido presentado. Sin embargo, esto también plantea preguntas sobre la naturaleza del tiempo en los procedimientos judiciales. Si un documento es considerado notificado después de siete días, incluso si la parte no ha accedido a él, ¿qué significa esto para nuestra comprensión de los plazos judiciales? ¿Está cambiando nuestra noción del “tiempo procesal” en un entorno digital?

Además, la posibilidad de que un documento se considere automáticamente notificado tras siete días, incluso si no se ha accedido a él, introduce una nueva forma de responsabilidad procesal. Ya no es suficiente con esperar a que el correo físico llegue a su destino; ahora, las partes deben estar atentas a los avisos digitales y tomar medidas rápidas para acceder a los documentos. Esto refleja un cambio más amplio en nuestra sociedad, donde la conectividad constante y la inmediatez de la información se están convirtiendo en la norma. En este nuevo mundo digital, no estar conectado puede tener consecuencias legales.

El artículo 8 de la Decisión del 4 de septiembre de 2024 también plantea una cuestión importante sobre el control en el uso de e-Curia. Al otorgar al Secretario del Tribunal la facultad de supervisar el uso de la plataforma y tomar medidas en caso de abuso, se establece un sistema de vigilancia que busca proteger la integridad del sistema. Sin embargo, esto también plantea preguntas sobre el equilibrio entre la seguridad y la libertad en el uso de las herramientas digitales. ¿Hasta qué punto es necesario este control para garantizar que la plataforma sea utilizada de manera correcta, y hasta qué punto podría limitar el acceso a la justicia?

La historia de e-Curia está lejos de terminar. A medida que la tecnología continúa avanzando, es probable que veamos nuevas iteraciones de la plataforma, con mejoras en la interfaz, la seguridad, la eficiencia y la accesibilidad. Pero lo que ya ha quedado claro es que estamos ante un punto de inflexión. La digitalización de la justicia no es solo una herramienta; es una transformación radical que tiene el potencial de cambiar para siempre nuestra relación con el sistema judicial. Como en tantas otras áreas de nuestra vida, la tecnología está redefiniendo lo que implica ser humano en el siglo XXI, pero harán falta tiempo, medios y paciencia para que se pueda hablar de una auténtica justicia digital en la Unión Europea.