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La firma

El informe oral y los errores más comunes en la elaboración y exposición de sus partes

Óscar Fernández León

Abogado, socio director de León Olarte y decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla (ICAS)




Tiempo de lectura: 6 min

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El informe oral y los errores más comunes en la elaboración y exposición de sus partes

La narración es la exposición ordenada de los hechos que han quedado probados y sobre los que ha de recaer el fallo de la resolución judicial

En breve



La división o estructuración es una de las fases claves del proceso de elaboración del informe oral, pues concediéndole orden y estructura a través de sus diversas partes, conseguiremos un discurso dotado de uniformidad, orden, sistematización y un sinnúmero de beneficios que lo harán más persuasivo. No obstante, incurrir en errores durante su elaboración puede tener fatales consecuencias en el proceso de exposición oral en sala. Con estos antecedentes, dedicaremos esta colaboración a analizar la estructura del informe oral y los errores más comunes en los que podemos incurrir a la hora, tanto de diseñarlo como de exponerlo.

Sumario

  1. La importancia de la estructuración del informe oral.
  2. Exordio. Errores del exordio.
  3. La división. Errores de la división.
  4. La narración. Errores de la narración.
  5. La argumentación y refutación. Errores de la argumentación y refutación.
  6. El epílogo. Errores del epílogo.

La importancia de la estructuración del informe oral

Tradicionalmente la retórica nos enseña que para la construcción del discurso forense hemos de considerar cinco partes: invención, disposición, elocución, memoria y acción. Cada una de dichas fases se ocupa de una acción específica fundamental: la invención recopila la información; la disposición la ordena; la elocución la expresa; la memoria la recuerda y, finalmente, la acción la transmite.



«El objetivo o finalidad del informe es captar o ganar el interés, la atención, receptividad y benevolencia del Tribunal» (Foto: Economist & Jurist)



Centrados en la división, esta consiste en estructurar ordenadamente el contenido del discurso en diversas partes perfectamente ensambladas para alcanzar el objetivo persuasivo. Desde la perspectiva de la oratoria forense estas partes serían el exordio, división, narración, argumentación (y refutación) y epílogo[1].

La división proporciona al informe orden, coherencia, unidad, flexibilidad y dirección

Los beneficios que proporciona un informe bien estructurado son los siguientes:



  • Orden y coherencia en la exposición.
  • Concreción de las ideas principales de nuestro alegato.
  • Facilidad para retener las ideas principales y exponerlas oralmente.
  • Concede a la exposición una idea de unidad.
  • Aporta flexibilidad al informe, permitiendo, en algunos casos, la supresión de determinadas partes.

Expuesto lo anterior, será objeto de la presente colaboración detenernos en las diversas partes del discurso forense, y examinar los errores más comunes que suelen producirse tanto en su elaboración como exposición en sala.

Exordio

El exordio forense constituye la parte introductoria del informe que abarca desde el comienzo del mismo hasta que el orador entra en la materia objeto de su discurso.

A través del exordio captamos y ganamos el interés, la atención, receptividad y benevolencia del Tribunal sobre el tema o materia a tratar

El objetivo o finalidad del informe es captar o ganar el interés, la atención, receptividad y benevolencia del Tribunal sobre el tema o materia a tratar. Para ello, el orador, a través de esta breve introducción, procura, sin entrar bruscamente en el examen de los hechos y su valoración probatoria, poner al auditorio en antecedentes, anticipando de qué va a tratar el informe a través de una exposición con la que consiga unir el interés y simpatía del auditorio al suyo propio y al de la causa que defiende.

Concha Calonje[2] resume el objetivo del exordio señalando que el abogado deberá acreditar su autoridad, referirse al contexto y circunstancias que rodean al caso, sintonizar con las necesidades y expectativas del oyente, identificar las posibles ideas contrarias que puedan asaltarle, y avisar sobre las ideas centrales del mensaje, los valores que quiere transmitir y el punto sobre el que se va a incidir. De este modo, obteniendo una buena predisposición de los jueces, conseguiremos ganar su atención sobre el resto del informe

Errores del exordio:

  • Que el exordio no tenga una relación directa con el objeto del litigio, es decir, crear un exordio descontextualizado y que a duras penas encaje con la materia.
  • Desarrollar directamente la materia objeto del litigio (entrar en materia).
  • Ser excesivamente vehemente, pasional o actuar con afectación en la exposición del mismo.
  • Ser arrogante en el modo de exponerlo.
  • Exponer un exordio demasiado extenso, pues fatiga la atención cuando estaba destinada a prepararla.

La división facilita al auditorio la estructura de nuestro informe, contribuyendo con ello a la mejor comprensión del mismo

La división

La división es un elemento estructurador del discurso que consiste en exponer cuáles van a ser las distintas partes en las que se va a dividir el informe que estamos a punto de exponer. A través de la división facilitamos al auditorio la estructura de nuestro informe, lo que indudablemente va a contribuir tanto a la mejor comprensión del mismo como a favorecer el descanso que ha de producirse en el oyente en los momentos en los que se producen las transiciones ya anunciadas. La división siempre dota al informe la claridad y concisión necesaria en todo discurso forense.

Errores de la división:

  • Entrar en la misma sin una transición con el exordio o rompiendo abruptamente con el mismo.
  • Realizarla en asuntos excesivamente sencillos.
  • En asuntos extensos, desarrollar sucesivas subdivisiones, pues corremos el riesgo de fatigar de antemano al juez.

La narración

La narración es la exposición ordenada de los hechos que consideramos han quedado probados y sobre los que ha de recaer el fallo de la resolución judicial, hechos que, desde nuestra perspectiva, constituyen la base fáctica de nuestra pretensión y de nuestros argumentos.

Errores de la narración:

  • Emplear una expresión poco firme o categórica que exprese dudas.
  • Introducir en la narración hechos insustanciales o circunstancias que nada aportan al objeto del informe. Hay que obviar, salvo que sea imprescindible, suministrar excesivos detalles.
  • Exponer una narración muy extensa que acabe por aburrir al juez.
  • Prescindir del orden cronológico.
  • Alterar o desfigurar los hechos a nuestro antojo y conveniencia, lo que conducirá a una narración inverosímil y poco creíble.
  • Realizar valoraciones subjetivas de los hechos que lo que hacen es contaminar la verosimilitud del relato.
  • Exponer la narración con monotonía, prescindiendo de los elementos paralingüísticos del lenguaje no verbal (entonación, volumen, ritmo, pausas, etc.).

Argumentación y refutación

La argumentación, también denominada discusión, es la fase en la que los abogados fundamentan las ideas centrales de su discurso a través de un ordenado examen crítico de las pruebas y la aplicación de la ley, doctrina y jurisprudencia, con el fin de sostener la validez de los hechos que se hicieron durante la narración, todo ello con el fin de persuadir y convencer al auditorio.

La refutación constituye un elemento esencial del informe, puesto que, como complemento de la argumentación, la refutación a través de un proceso de «destrucción argumental» evita que los argumentos y pruebas del adversario queden incólumes y sin contradicción alguna, riesgo éste que no puede correr el buen orador. Además, la propia refutación constituye un elemento de refuerzo de la valoración probatoria que sostenemos, pues es ésta a la que inevitablemente debe llevar el proceso de refutación.

Errores de la argumentación y refutación:

  • No valorar la prueba.
  • Valorar la prueba, pero no argumentar en derecho.
  • Ordenar los argumentos de forma anárquica y sin criterio.
  • Ser excesivamente vehemente, pasional o actuar con afectación en la exposición de la misma.
  • Ser arrogante en el modo de exponerla.
  • Argumentar sin refutar o refutar sin argumentar.

La argumentación es la parte esencial del informe oral

Epílogo

El epílogo es la parte con la que se pone fin al informe y en el que se recapitulan los argumentos principales tratados, dando especial énfasis a la pretensión que sustentamos. La finalidad del epílogo reside en que a través de este resumen dejaremos huella en la mente del auditorio sobre los fundamentos de nuestra pretensión, facilitando con ello el recuerdo de la esencia de nuestro alegato, ya que, siendo lo último que se escucha de nuestro informe, el epílogo quedará fuertemente grabado en el auditorio. Igualmente, a través de la peroración, el orador, en breves palabras causa una última y profunda impresión en el ánimo de los jueces, que con esta recapitulación final recuerdan mejor los fundamentos de la defensa.

Errores del epílogo:

  • Realizar un epílogo demasiado extenso.
  • Reproducir los argumentos principales con la misma terminología que hemos empleado en la argumentación.
  • Emplear un tono que no concilie con el que hemos usado durante el discurso.
  • Redactarlo antes de haber concluido el texto completo del informe (excepto el exordio).
  • Evitar la fraseología introductoria como «termino ya, pues creo haber expuesto todo lo necesario a la defensa» o «voy a concluir y no quiero cansar más la respetable atención del Tribunal», etc.

El epílogo es la parte con la que se pone fin al informe y en el que se recapitulan los argumentos principales tratados

Concluir señalando que la estructuración del informe oral en el sentido apuntado, no constituye un traje ceñido que oprima e impida la fluidez y flexibilidad de nuestro discurso. Muy al contrario, la idea es disponer de una estructura base a la que podamos acomodarnos a voluntad, y que, sin duda, podrá ayudarnos a mejorar nuestras intervenciones, sin olvidar aquellos errores que, conociéndolos, podremos evitar.

[1] Nada de esto es fruto de tendencias doctrinales recientes, ya que la división del informe tiene su origen en el 476 a.C. cuando Corax publicó la primera obra conocida de la retórica. Posteriormente, en tiempos de la Roma Imperial, fue QUINTILIANO quien estableció la división clásica del informe que ha llegado a nuestros días con algunas variaciones.

[2] CALONJE, Concha. Técnica de la argumentación jurídica. Aranzadi Thomson-Reuters, 2009.

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