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La firma

La urgencia de dar solución a la conquista y el uso del espacio

“No nos toca más remedio que ser humildes”

(Imagen: E&J)

Pedro Tuset del Pino

Magistrado-juez de lo Social de Barcelona




Tiempo de lectura: 6 min

Publicado




La firma

La urgencia de dar solución a la conquista y el uso del espacio

“No nos toca más remedio que ser humildes”

(Imagen: E&J)

En uno de mis artículos, bajo el título ¿De verdad podemos creernos que somos los únicos en la inmensidad del Universo? me refería a que (1):

“ … el sistema solar se formó relativamente tarde, hace solo 4.600 millones de años —frente a los 13.400 millones de años de vida que se estima del Universo—, y que la tecnología moderna no apareció en la Tierra hasta el siglo pasado, hace 0,0001 millones de años, razón por la cual podrían haber aparecido y desaparecido muchas civilizaciones antes de que desarrolláramos los actuales telescopios modernos para detectarlas.



Unos telescopios que permiten que el Universo observable sea una esfera de unos 13.800 millones de años luz, aquel 5% del total al que me refería anteriormente. Una superficie que escapa a nuestros sentidos, si consideramos que un año luz representa casi 9 billones y medio de kilómetros, mientras que la distancia del Sol a la Tierra es de 149.597.71 km, que equivale a 8.3 minutos-luz, es decir, la luz que recibimos del Sol en este instante salió de él hace algo más de ocho minutos.

De momento, y no es poco, existe la evidencia de más de 5.000 planetas confirmados más allá de nuestro sistema solar según la NASA, en donde cada exoplaneta descubierto representa un nuevo mundo, un mundo donde puede haber vida.



Pero aquí no acaba todo. Los científicos estiman que nuestra galaxia, la Vía Láctea, contiene alrededor de 100 mil millones de planetas. Esta cifra se basa en el número de estrellas que hay en la galaxia, de modo que por cada estrella hay al menos un planeta.

De manera paralela, se estima que hay alrededor de un billón de planetas en el Universo conocido. Esta cantidad se basa en el número de galaxias se conocen, estimadas en 100 mil millones. Es decir, por cada galaxia se estima que hay al menos 10 mil millones de planetas.

Estas cifras, nunca mejor dicho, resultan astronómicas pero, a la vez, dan fe de nuestra modesta existencia en un universo infinito y en continua expansión del que apenas conocemos una mínima expresión”.

Pues bien, sin necesidad de salir de nuestro sistema solar ni tan siquiera la órbita espacial que rodea la Tierra, pocos prestan atención a la lucha encubierta, pero cierta, que existe para conquistar y dominar el espacio.

Tim Marsahll, reputada autoridad en materia de información internacional y reportero de diversas cadenas británicas (2), ha puesto el dedo en la llaga para afirmar que tras diversas misiones Apolo y la llegada del hombre a la Luna el 2 de julio de 1969, se ha abierto la denominada “carrera espacial” convirtiéndose en campo de batalla político la futura explotación de los recursos naturales de otros planetas y satélites. Carrera en la que están involucradas las grandes potencias: Estados Unidos, Rusia, China y La India.

Pero dicho esto, otros países no descartan la posibilidad que se les abre de unirse a la aventura espacial, haciendo una realidad las palabras pronunciadas por Neil Armstrong al pisar la superficie lunar: “Esto es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

(Imagen: E&J)

La conquista del espacio no es algo nuevo ni reciente. Tras cancelar Richard Nixon las últimas tres misiones Apolo, la NASA reorientó sus objetivos construyendo un laboratorio de dos pisos para ponerlo en órbita, fue el llamado Skylab, demostrando que el hombre podía vivir en el espacio durante largos períodos de tiempo.

A dicha misión le sucedió el acoplamiento del módulo soviético Soyuz mediante una nave Apolo en 1975, aun a pesar de hallarse ambos países en plena guerra fría.

Posteriormente se acometió el lanzamiento de la Estación Espacial Internacional (EEI), cuya primera pieza se lanzó desde Rusia en noviembre de 1998; dos semanas después, el transbordador espacial estadounidense Endeavour subió la siguiente pieza enganchándola a la primera. Tras dos años había espacio suficiente para hospedar a los primeros ocupantes y en 2011, cuando se acabó de construir, tenía casi el mismo volumen que una casa de cinco habitaciones, con 109 metros de longitud y 75 metros de ancho.

Hasta la actualidad, la EEI ha sido morada de 240 hombres y mujeres de 19 países, entre ellos España, que han experimentado la resistencia del cuerpo humano ante la ingravidez y las condiciones extremas, como paso previo de posibles viajes a Marte.

Sin embargo, el espacio se presenta como un caramelo a la salida del colegio, por lo que no es de extrañar que la NASA haya perdido el monopolio y quizá la iniciativa en programar viajes espaciales, como lo está demostrando el siempre polémico y mediático Elon Musk, fundador de la empresa SpaceX, que desde hace años lleva cargamentos a la EEI, transportando hasta allí dos astronautas de la NASA en 2020.

Paralelamente, una nave china no tripulada aterrizó en la cara oculta de la Luna en diciembre de 2020 y plantó su bandera con la misión de excavar rocas.

Por si fuera poco, según el Índice de Objetos Lanzados al Espacio Exterior, elaborado por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (en inglés, UNOOSA), hay 4.921 satélites orbitando en la actualidad, de los cuales cerca de 3.000 ya no funcionan pero siguen en órbita, mientras que un total de aproximadamente 34.000 objetos gravitan en el espacio, en opinión de David Barnhart, director del Centro de Investigación de Ingeniería Espacial de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, Estados Unidos.

Objetos que, en realidad, son la basura espacial que orbita la Tierra y que supera las 7.600 toneladas, según informa la NASA. Si a esto añadimos que la empresa japonesa SKY Perfect Corporation y el gobierno japonés trabajan en un satélite que eliminará desechos espaciales con láseres que enviarán los residuos hacia la atmósfera terrestre, donde se incinerarán, podemos imaginarnos el panorama nada halagüeño que se nos presenta.

(Imagen: E&J)

Pero, ¿cómo poner orden en toda esta vorágine de iniciativas espaciales? En el ya lejano 1967 se acordó el llamado Tratado del Espacio Ultraterrestre, contemplándose que “el espacio ultraterrestre no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”, de modo que la Luna solo se utilizará para fines pacíficos.

En 1979 su consensuó el Tratado sobre la Luna, adoptado por la Asamblea general de las Naciones Unidas y basado en el Tratado del Espacio Ultraterrestre, aunque EEUU, Rusia y China no lo han firmado ni ratificado, devaluando enormemente su aplicación efectiva, dejando en libertad para que personas sin escrúpulos hayan hecho negocio vendiéndose parcelas en la Luna por 25 dólares cada 0,4 hectáreas a cambio de un más que dudoso e ilegal certificado de propiedad (3).

Ante este vacío legal, las grandes potencias militares han creado sus propias Fuerzas Espaciales, como es el caso de los Estados Unidos, con la finalidad de disuadir las agresiones y controlar las alturas, en lo que se denomina como la “guerra de las galaxias”.

En el futuro es más que probable que naves tripuladas, preparadas adecuadamente y en un plazo no inferior a seis meses, surquen el espacio para aterrizar en Marte instalándose bases operativas que representen el germen de posibles comunidades humanas, asentadas de manera estable, y la explotación de los minerales existentes con destino a la Tierra.

Será un primer paso a nuevas conquistas de otros planetas y exoplanetas, en especial los que puedan contener agua y, en consecuencia, albergar algún tipo de vida.

Con todo, urge dar solución a la conquista y el uso del espacio. Existen muchos intereses políticos, económicos, militares y estratégicos sobre la mesa, pero en el centro del debate está el hombre, la especie humana, la que habita este maravilloso y, por ahora, único planeta azul capaz de albergar vida en sus más variadas formas y especies, porque por insignificantes que podamos ser en la infinitud del Universo, somos únicos e irrepetibles.

Hemos de ser capaces de aprovechar esta oportunidad que se nos presenta y afrontar un futuro que ya está aquí, con sus posibles inconvenientes e incertidumbres pero siempre lleno de expectativas, de esperanza, en suma de mejora colectiva.

Y para emprender este reto debemos hacerlo con la humildad que nos debe dar que, de momento, somos los únicos pobladores de un planeta perdido en una de las cien mil millones de galaxias de nuestro Universo.

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(1) Artículo recogido en mi libro “La Justicia en el ojo del huracán”. Editorial Colex, 2024 (págs. 283 a 286).

(2) Marsall, Tim. “El poder de la geografía. Los diez territorios que desafían nuestro futuro”. Editorial Península, 2024 (págs. 401 a 436).

(3) Como refiere Tim Marsall, un chaval estadounidense con iniciativa, llamado Dennis Hope, se percató del vació legal sobre la Luna y en 1980 presentó una declaración de propiedad a las Naciones Unidas, y al no obtener respuesta se le daba consentimiento, empezando a vender parcelas en la Luna, afirmando haber vendido más de 611 millones de acres de tierra lunar. Op citada (pág. 417).

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