Mujer jurista vale por dos

Definitivamente, el siglo XXI es el de las mujeres: el de la igualdad jurídica, el de la excelencia profesional, el de la solidaridad intergeneracional, el de la inclusividad y fomento de la autonomía (cuando, además, atesoramos algún tipo de discapacidad), el del  feliz desarrollo de nuestra (arrolladora) personalidad y sobre todo, el de la libertad.

Hemos emergido con toda la fuerza de muchos siglos de silenciamiento, de “perfil bajo” y hasta de exclusión; hemos puesto a tope el volumen de nuestras (legítimas) reivindicaciones; hemos conciliado -¡al fin!- nuestra vida personal/familiar y profesional; y estamos cumpliendo el sueño de la (sencilla) normalidad.

Si a todo ello añadimos que la mujer jurista –abogada, abogada del Estado, procuradora, jueza, magistrada, fiscal, letrada de la administración de Justicia, notaria, registradora, inspectora de Hacienda, embajadora, etc.– tiene en sus manos el “arma” más potente de la democracia: la Ley; que puede crearla (legisladora), aplicarla (jueza/magistrada) y “marcar tendencia” (construir jurisprudencia) con los grandes desafíos feministas de la moderna civilización; entonces podemos afirmar que nuestro momento ha llegado.

Soy hija de una maestra (con tres oposiciones) –que enseñó a leer, a escribir y a comprender el mundo, a veces en condiciones infrahumanas– a un gran número de generaciones de grandes profesionales. Soy ahijada (también hermana) de una notaria; he constatado –durante décadas– como, en su Notaría, iba construyendo los “sueños legales” y desenredando los “nudos jurídicos” de muchas personas.

Soy madre de tres niñas (también de un niño) que tienen la luna al alcance de su mano. Su madre, su madrina (también tía) y su abuela hemos remado mucho –en silencio: con fuerza, con energía, con perspicacia, con entusiasmo– para que esa luna suya sea un lugar cada vez más accesible. Y lo hemos hecho de la mano de muchas mujeres inteligentes, esforzadas, fuertes y valientes que nunca se rindieron a pesar de “tantos pesares”.

En este año 2025 quiero rendir –de nuevo– un sentido homenaje a todas las mujeres; y desde esta plataforma del Derecho, quiero trasladar a las mujeres juristas el exponencial valor de su contribución (tanto individual como coral) a la igualdad, la libertad y el triunfo de la voluntad femenina alcanzados en este siglo: el de las mujeres.

¡Gracias por tanto! Seguimos unidas construyendo una sociedad en la que los sueños de todas las niñas, adolescentes y mujeres son tan realizables como los de los niños, adolescentes y hombres. ¡Qué menos!

Feliz día de la mujer y muchas gracias a los hombres que han fomentado este presente de empoderamiento, resistencia y superación femenina cuando tan sólo era una lejana esperanza. ¡Toda/os hemos sido imprescindibles! A seguir subiendo el volumen del éxito femenino…