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La firma

También soy tu mediador, aunque tú no me llamarás primero

“El mediador es neutral e imparcial”

Imagen de recurso. (Foto: E&J)

Arturo Ortiz Hernández

Director de AOH Mediadores




Tiempo de lectura: 2 min

Publicado




La firma

También soy tu mediador, aunque tú no me llamarás primero

“El mediador es neutral e imparcial”

Imagen de recurso. (Foto: E&J)



Estoy harto de escuchar, de otros compañeros mediadores, y también tengo yo mis experiencias, que cuando alguien nos encarga una mediación por querer evitar un juicio y luego invitamos a la otra parte, la frase de “es que tú eres el mediador del otro”.

Esta frase denota un gran desconocimiento de lo que es la mediación, por lo que el mediador deberá dejarlo claro desde el principio, que aunque sea el otro el primero que pulso la tecla para invitar a mediación, no es su mediador. Tampoco va a ser mirado de forma distinta por haber llamado primero.



La Ley de Mediación, 5/2012 que no hace más que recoger los principios de la mediación, dice que el mediador es neutral e imparcial. Es decir, la institución que nos ha llamado no es el mediador de la otra parte.

Si hay algo de lo que los mediadores son muy celosos es de su neutralidad e imparcialidad y la cuidan con mucho mimo. Es tan importante que en la sesión informativa el mediador siempre informa de que es neutral e imparcial. Es fácil escuchar en la primera sesión, la sesión informativa, que si alguien en algún momento piensa o siente que el mediador no está siendo imparcial ha de comunicárselo al mediador para que corrija su actuación.

Si el mediador no es neutral o imparcial, entonces el procedimiento carece de sentido pues el mediador se convierte en un negociador de parte y difícilmente se llegará a buen término. El mediador no está para juzgar a la otra parte, sino para intentar acercar posturas, corregir errores de comunicación entre las partes, e intentar evitar la controversia judicial.



Parte de esa neutralidad es que la ley establece que el procedimiento se pague a medias. Así, las dos partes evidencian que el mediador es suyo, pues los dos lo pagan y lo pagan por igual. Aunque, en algunas ocasiones, el que encarga la mediación con el fin de intentar evitar un juicio largo y costoso está dispuesto a asumir el coste que, por supuesto, es inferior al de acudir al juzgado, no es buena idea, por mucho que como mediadores nos interese por así tener una mediación más, pues existen tan pocas que con tal de mediar algunos mediadores aceptan todo.

Con el tiempo y las mediaciones uno se va dando cuenta de que no es la situación ideal el hecho de que cada uno pague su parte. Les hace sentir que el mediador también es suyo, pues lo pagan y hay que hacérselo ver a la otra parte por mucho que nos bombardeen con frases del tipo, el que lo ha querido tiene que asumir el coste, no hay problema alguno salvo los que el otro ha querido crear.

Si bien en un principio es lógico que adopten esa postura, hay que hacerles reflexionar, pues es importante que interioricen que el mediador es su mediador también, así se involucran más en el procedimiento y no adoptan una actitud pasiva, y cuando uno paga exige.

La otra parte no acude a mediación porque se sienta débil en sus posiciones o posturas, sino porque piensa que muchas veces es la mejor manera de acercar posturas y evitar un juicio.

Hay que desterrar la idea de uno quiere mediación porque ve perdido el pleito. El que va a mediación es porque piensa que hay mejores maneras de arreglar las cosas.

Pero como decía, si te han invitado a mediación, quien te llama no es el mediador o la institución de mediación de la otra parte, sino que es la tuya.

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