Fallece Jesús Mérida Pérez, fiscal eclesiástico y profesor
Fue provisor y vicario general del Arzobispado de Granada
Granada. (Foto: E&J)
Fallece Jesús Mérida Pérez, fiscal eclesiástico y profesor
Fue provisor y vicario general del Arzobispado de Granada
Granada. (Foto: E&J)
El 16 de mayo de 1956 falleció en Astorga el profesor y canonista Jesús Mérida Pérez. Fue fiscal eclesiástico, obispo, provisor y vicario general del Arzobispado de Granada, abad del Sacro-Monte y consejero nacional de Educación.
Nació en 1891 en Cieza, Murcia, terminó el bachillerato en el Instituto de Granada y estudió en el Seminario de aquella capital. A la edad de dieciocho años ingresó en Pontificio Colegio Español de Roma y, en esta ciudad, se doctoró en Teología y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana y, también, en Filosofía en su Ateneo de Santo Tomás de Aquino.
En la universidad Central de Madrid se licenció y doctoró en Derecho, con una tesis sobre La doctrina del P. Suarez y, también en filosofía, con su tesis La Koiné del Nuevo Testamento.
Profesor del seminario de Murcia, compaginó esta labor con la de fiscal eclesiástico de Cartagena. También ganó la oposición a la Cátedra de Derecho Canónico de la Universidad de Murcia. Con 22, fue ordenado sacerdote y, cinco años después, opositó y ganó la Cátedra de Teología de la Abadía de Sacro Monte de Granada, del que en 1924 sería elegido rector.
Detenido en 1936, en su expediente de depuración fue tachado como demasiado izquierdista y declarado enemigo del Estado. Sin embargo, fue rehabilitado en 1939 a su Cátedra y, después, fue designado Procurador en las Cortes. En septiembre de 1943, el nuncio apostólico le entregó el báculo episcopal asistido por el arzobispo granadino Agustín Parrado García y, al mes siguiente, tomó la posesión del obispado de Astorga, donde desarrollo una gran labor creando en Ponferrada la institución: Apostolado Social del Bierzo.
El 14 mayo de 1956, tras un viaje a Tierra Santa, fue recibido en audiencia privada por el papa Pio XII, que le causó profunda emoción, regresando a su residencia en el obispado de Astorga donde falleció cuarenta horas más tarde.