Consejos para abogados altamente efectivos: Tu constancia y tu experiencia serán la base de las mejores estrategias de defensa
La experiencia del abogado y el criterio propio resultan determinantes en un contexto en el que, a pesar del avance de la Inteligencia Artificial, la figura del letrado sigue siendo imprescindible
Sala de vistas de la Audiencia Provincial de Madrid. (Foto: E&J)
Consejos para abogados altamente efectivos: Tu constancia y tu experiencia serán la base de las mejores estrategias de defensa
La experiencia del abogado y el criterio propio resultan determinantes en un contexto en el que, a pesar del avance de la Inteligencia Artificial, la figura del letrado sigue siendo imprescindible
Sala de vistas de la Audiencia Provincial de Madrid. (Foto: E&J)
Ahora que muchos abogados hablamos entre nosotros sobre la inteligencia artificial y el Chat GPT, una de las conclusiones a las que llegamos es que será imposible que la IA nos sustituya del todo pues sería absurdo pensar que cualquier juicio podría celebrarse sin abogados. Uno de los factores más importantes para ganar un juicio es haber trazado una buena estrategia de defensa y esa pericia nace de una previa experiencia y una constancia en nuestro modo de trabajar. Además, nuestra maestría irá perfeccionándose con la perseverancia y el esfuerzo en cada uno de los casos que debamos defender.
¿Cómo va a sustituir la IA a un abogado penalista en esos momentos decisivos en los interrogatorios en los que en solo unos segundos hemos de decidir la pregunta que hemos de formular a un testigo o a un perito? ¿Cómo va a reemplazarnos una máquina en un complejo caso de blanqueo de capitales o sobre un delito fiscal con miles de folios de actuaciones?
Es nuestra experiencia previa en otros muchos casos y sus resultados, nuestros conocimientos y nuestro estudio, los que harán que conduzcamos de un modo u otro una defensa en un caso penal, pero también en otras especialidades del derecho. Naturalmente, la IA nos ayuda y nos ahorra muchas horas de trabajo y estudio si sabemos introducir los datos precisos de nuestro particular caso. Pero no somos sustituibles del todo.
¿Cómo va a sustituir la IA a un abogado penalista en esos momentos decisivos en los interrogatorios en los que en solo unos segundos hemos de decidir la pregunta que hemos de formular a un testigo o a un perito?
Al igual que con los coches sin conductor hemos conocido accidentes mortales debido a los errores de los vehículos automáticos, también habría graves errores en las defensas llevadas a cabo sin abogados por muy perfectos que sean los sistemas artificiales y sus algoritmos. Es como si pretendiésemos volar en un avión sin pilotos: alguna vez volaremos en aviones totalmente automatizados, pero siempre deberá dirigir el vuelo un piloto experto para las ocasiones imprevistas y para intervenir ante cualquier error del piloto automático.
Esa decisión que debemos tomar en décimas de segundos en un juicio o en otros actos procesales, ese consejo que damos a nuestro cliente por teléfono o cuando asiste a nuestro bufete y nos pregunta sobre lo que debe hacer o no y que le evitará problemas mayores, o la decisión sobre ejercitar una acción u otra, invocar un artículo u otro, siempre nos corresponderá a nosotros y no a un robot. La inteligencia humana nunca podrá ser suplantada del todo.
Nuestra trayectoria profesional y nuestras habilidades serán las que nos asistan en esos momentos cruciales en los que no podemos dudar y debemos elegir un camino u otro. Desde el delito menos grave hasta el delito más grave, el abogado asume una responsabilidad profesional en los ámbitos colegial, civil y penal, en cuanto a las decisiones que adopte y no solo por acción sino también por omisión. Por supuesto que nuestra profesión y el contrato que tenemos con nuestro cliente nos obligan a establecer los medios, pero no a unos resultados. Sin embargo, cada vez más, se mira con lupa nuestro trabajo.
Siempre habremos de ser cuidadosos en nuestras gestiones y para eso es esencial nuestro método de trabajo, el orden, la constancia, aprender de nuestras experiencias y el sacrificio al que nos obliga nuestra profesión de abogado con tantas horas dedicadas a nuestros expedientes y nuestros clientes. Cuantos más años llevemos ejerciendo, más seguridad tendremos en nosotros mismos y el caso más difícil nos parecerá fácil.
Además, el cliente confiará en nosotros cuando al asistir a nuestra consulta observe que le respondemos con seguridad a sus preguntas y que no le decimos que sí a todo. Es decir, para obtener la confianza de un nuevo cliente o mantener la confianza de los clientes que ya nos han contratado, no podemos darles la razón en todo sino ser realistas y sinceros y decirles la verdad.
Nuestra estrategia no debe ser la que el cliente nos sugiera sino la que entendamos que debamos establecer gracias a nuestro “ojo clínico”: somos los expertos y además, los responsables mientras que nuestro defendido mantenga la confianza en nosotros. Por lo tanto, más de una vez habremos de decirle “NO” a nuestro cliente aunque ello signifique que él se disguste con nosotros o incluso renuncie a nuestros servicios y contrate a otro abogado.
En realidad, la estrategia de defensa la fijamos los abogados desde el primer momento que conocemos el caso, sus primeros datos, la primera información que nos suministra nuestro cliente o la que obtenemos tras la lectura de los documentos que nos entrega. Poco a poco iremos perfilando esa estrategia e incluso nos veremos obligados a modificarla más de una vez a lo largo del procedimiento.
Nuestra estrategia no debe ser la que el cliente nos sugiera sino la que entendamos que debamos establecer
Todo eso solo lo podemos hacer nosotros, los abogados, por eso me resulta divertido oír estos días que una de las profesiones que pueden ser sustituidas por la inteligencia artificial es la abogacía. Algunos hasta se permiten decir que muchas empresas y particulares ahorrarán millones de dólares o euros gracias a que podrán prescindir de los costosos servicios de algunas firmas de abogados.
Lo barato sale caro. Mientras más complejo sea el problema jurídico o más esté en juego en un procedimiento, más cuidadoso deberá ser el cliente eligiendo al profesional experto. Sus razonamientos y su planificación son insustituibles.