La eclosión de los coches eléctricos pone a prueba la adaptabilidad de las compañías aseguradoras
"En España circulaban 674.017 turismos con motores no fósiles a cierre de 2020"
(Foto: E&J)
La eclosión de los coches eléctricos pone a prueba la adaptabilidad de las compañías aseguradoras
"En España circulaban 674.017 turismos con motores no fósiles a cierre de 2020"
(Foto: E&J)
La aseguradora Axa, de acuerdo a sus datos de siniestralidad en Suiza, dice que los conductores de coches eléctricos tienen un 50% más de colisiones con daños propios que los que llevan motores de combustión. Esto podría hacer que en el futuro las pólizas de estos vehículos fueran más elevadas.
Culpan al efecto overtapping, que es sufrir una aceleración más intensa de la prevista, dado que empieza a ser habitual ver potencias de más de 200, 300 o 400 CV para conductores no habituados a gestionar tantos caballos de alta disponibilidad. El problema está más en su capacidad de aceleración que de frenado.
En concreto, en España circulaban 674.017 turismos con motores no fósiles a cierre de 2020. Esa es una de las conclusiones del informe El parque de turismos por tipo de motor (datos 2020). Este estudio forma parte de Estamos Seguros, la iniciativa de divulgación de la cultura aseguradora desarrollada por UNESPA.
De los 32 millones de vehículos que hay en España, 24,6 millones son turismos. Los coches se dividen, según el tipo de motor, en diésel (14,9 millones), gasolina (9 millones) y otras motorizaciones (674.017). Este último grupo se compone casi en su totalidad por híbridos y eléctricos. Los motores limpios representan, por lo tanto, un 2,7% del parque de coches.
Los conductores veteranos son los más propensos a manejar un vehículo impulsado por una batería. En concreto, un 2,61% de conductores de entre 51 a 65 años se mueven en un coche híbrido o eléctrico. Los jóvenes (aquellos de menos de 30 años) y los sénior (los que rebasan los 65 años) son quienes presentan menos predisposición a conducir un vehículo limpio.
En España, siete de cada 10 pólizas de automóviles tienen a un hombre inscrito ante el seguro como primer conductor del vehículo. Las mujeres figuran como titulares de los tres contratos restantes. En los vehículos híbridos y eléctricos esta diferencia es algo más acusada. Ellos figuran como conductor habitual el 73,52% de las veces, frente al 26,48% de ellas.
Riesgos específicos del coche eléctrico
Para Luis Alfonso Fernández, socio director del departamento de seguros y reaseguros de Bird & Bird España, “cuando hablamos de vehículos eléctricos y seguro, lo primero que debemos tener presente es que la movilidad eléctrica forma parte de los objetivos políticos de la Unión Europea en materia de emisiones contaminantes”.
“Los fabricantes de automóviles pueden encontrar dificultades importantes para cumplir con esos objetivos políticos y puede que no sea posible lograrlo con los exigentes plazos que se han fijado, pero, en principio, en 2050 el transporte en la UE deberá tener un efecto neutro en emisiones contaminantes y para conseguir ese objetivo no podrán comercializarse vehículos de combustión a partir de 2035. Ese es el tablero de juego actual.”, indica Manzano.
Este experto recuerda que “no podemos obviar que la tecnología que se está implantando es relativamente reciente. Hace unos pocos años era impensable que en 2022 se vendieran en España más de 100.000 vehículos eléctricos e híbridos enchufables y que el porcentaje de estos vehículos respecto del total se incremente año tras año”.
“Como digo, puede que no se logren plenamente los objetivos trazados y que a los fabricantes les resulte dificultoso cumplirlos, pero han demostrado una impresionante capacidad de adaptación a la nueva realidad”, señala.
Desde su punto de vista, “como toda nueva tecnología, la movilidad eléctrica lleva aparejados nuevos riesgos, no solo relativos a la diferente conducción de estos vehículos, también, por ejemplo, por el mayor riesgo de incendio que parece que presentan estos vehículos (y que es especialmente significativo a la hora de afrontar su transporte en barco)”.
En su opinión, “a efectos de su aseguramiento, esto sólo implicará la necesidad de disponer de una necesaria experiencia siniestral que permita a las aseguradoras conocer mejor el riesgo que están asegurando.”.
“Además, los fabricantes siguen investigando e invirtiendo en I+D+i en esta modalidad de vehículos, así que parece lógico pensar que los problemas detectados en ciertos estudios y la aparente mayor siniestralidad que implica su uso a día de hoy, irá disminuyendo en los próximos año”, sentencia el experto.
Y señala que medidas que pondrán en marcha “por ejemplo, mediante la reducción del peso de los vehículos, que parece ser una circunstancia que influye en un porcentaje significativo de accidentes (aunque algún estudio considera que el mayor peso hace que el vehículo sea más estable y que la posibilidad de que vuelque sea menor, especialmente en los SUV).
También considera la posibilidad de introducir “mejoras que inciden en la disminución de los costes de reparación (debidos, entre otros factores, al número limitado de suministradores de piezas de sustitución y talleres especializados), que están suponiendo un problema creciente en el caso de algunas marcas concretas”.
En su opinión, “en una fase de incertidumbre como la actual, vemos estudios que tratan de determinar qué riesgo se está asegurando realmente”.
“Como es lógico, estos análisis reducirán el apetito asegurador de algunas compañías, lo que se traducirá en incrementos de primas o en la restricción de coberturas, mientras que otras verán una oportunidad de conseguir una mayor cuota en un mercado que claramente no disminuirá, sino que indiscutiblemente seguirá creciendo, al menos hasta que la tecnología basada en las actuales baterías de iones de litio sea sustituida por otra más avanzada, comenta.
A su juicio, “no podemos descartar que en el futuro puedan tener cierto papel en el aseguramiento de estos vehículos las aseguradoras vinculadas o constituidas por algunos fabricantes, aunque a priori no parece que vayan a ser un jugador realmente relevante a una escala global”.
Para ese experto, “es muy improbable que exista una restricción generalizada de la oferta aseguradora: el sector asegurador es suficientemente competitivo para garantizar que siempre se podrán encontrar coberturas para vehículos eléctricos, tal vez con primas más elevadas y coberturas más limitadas que en el caso de los vehículos de combustión a corto plazo, pero la industria aseguradora no abandonará una categoría de vehículos que supondrá un porcentaje muy elevado del parque automovilístico en los próximos años”.
Luis Alfonso Fernández ve un paralelismo con “ los ciberriesgos, que es un riesgo potencialmente mucho más “peligroso” para las aseguradoras y que les plantea múltiples desafíos e incertidumbres, pero se siguen distribuyendo pólizas cíber y unas aseguradoras están más activas que otras porque perciben esta modalidad de seguro como una oportunidad de incrementar su cuota de mercado”.
Seguro de autos y su transición
Por su parte, Pablo Muelas, socio responsable del área de Seguros y Reaseguros de la oficina de Madrid de Hogan Lovells, considera que “el seguro de autos es un ámbito de negocio que está en proceso de transición acelerada por varios motivos”.
“En un contexto asegurador español, en general, ya altamente competitivo, el seguro de autos se caracteriza por una acumulación excesiva de operadores (forzando una contención artificial de las primas) que, sumado al comportamiento de los precios por el lado de los gastos, y de una mayor siniestralidad que en los años covid y poscovid, está dando lugar, en no pocos casos, a ratios combinados por encima del 100% en el pasado año”, destaca Muelas.
Para este experto, “esta tensión comercial y financiera convive, y se retroalimenta, con un cambio de las reglas de juego. Ni los seguros cubren ya lo mismo, ni tampoco cubren ya los mismos objetos que antaño”.
En cuanto a lo primero, la reforma en profundidad del llamado Baremo de automóviles en el 2016, y recientemente la actualización de sus cuantías (revalorización del 8,5%) definen importes y daños asegurables superiores a los pasados. Respecto a lo segundo, la agenda verde de los gobiernos occidentales está precipitando el cambio de los vehículos de combustión/híbridos por los eléctricos”, subraya esta jurista.
Al mismo tiempo considera que “la convivencia con otros vehículos en la calzada (VMP), la tecnología de navegación aplicada, los modelos de seguros pay-per-use, la inteligencia artificial vinculada al uso del automóvil para personalizar aún más el seguro, y la propia configuración de los nuevos vehículos suponen un giro de guion en el tradicionalmente llamado seguro de autos”.
Respecto a esto último los vehículos eléctricos ofrecen muchas nuevas características frente a los de combustión, que hacen que las estadísticas de siniestralidad de estos últimos no sirvan para ellos”, destaca Muelas.
En su opinión, “no se trata solo del precio o velocidad. Hemos de tener también presente que la conducción en ellos es distinta (ante la combinación de un motor eléctrico, mayor peso, y alto componente tecnológico), y la situación de riesgo vial que generan, por lo anterior y por el silencio que rodea su avance, tampoco coincide con la propia de los vehículos de combustión”.
En ese contexto cree que “las aseguradoras, con todo lo anterior, se encuentran ante la necesidad de reinventarse para adaptarse al nuevo entorno poliédrico. Habrá que ser imaginativo y ponderar los efectos cruzados (correlaciones) que las nuevas variables generan para asegurar el efecto neto, y poder sobrevivir en este ecosistema en pleno cambio”.
Pablo Muelas considera que “este es un viaje demasiado importante como para que las aseguradoras lo tengan que hacer solas. El seguro de autos es el seguro obligatorio por antonomasia, aquel que permite proteger a todos los que interactúan con los vehículos (conductores, acompañantes y viandantes), y con ello, hacer posible que los riesgos de la conducción tengan mitigantes que permitan el desarrollo del transporte por carretera”
Desde su punto de vista, “ante un desacoplamiento entre la dimensión técnica y comercial del seguro, como ya ha sucedido en el pasado en diversos supuestos, el Consorcio de Compensación de Seguros, podría jugar el papel de estabilizador del sistema, ante la evidencia de que el aseguramiento de vehículos, además de ser un negocio de entidades privadas, es un servicio de interés público que no puede quedar desprotegido”.
Primas muy elevadas
Por su parte Jaime Bofill, socio responsable de seguros y reaseguros e innovación de CMS Albiñana & Suárez de Lezo, subraya la llamada asistencia a la conducción, los ada que señalan los americanos. “Había un estudio hecho por una consultora noruega sobre el sector asegurador y porque tenia tanta siniestralidad los vehículos eléctricos. No es tanto por ser eléctrico en si, sino sobre todo porque generan una sensación de seguridad en el conductor que implica una despreocupación a la hora de conducir”.
Para este jurista, “los vehículos no están preparados todavía para esa asistencia a la conducción que puede conllevar una asistencia a la conducción autónoma. Muchos vehículos tienen esa asistencia a la conducción que genera una distracción al conductor y eso hace que tengan una mayor siniestralidad”.
Otra cuestión en la que incide este abogado es que “la reparación de estos coches por sus baterías y su sistema tecnológico suele ser muy cara, eso implica la declaración de siniestralidad o siniestro total muchas veces. Si unimos estos dos puntos la mayor distracción al volante y mayor siniestralidad, su notable aceleración, el cóctel que se genera de peligrosidad es notable”.
Desde su punto de vista, “eso puede generar que se creen unas politizas de seguros totalmente distintas y con unas primas muy superiores. Según esos estudios la siniestralidad es un 20 o 30 por cien superior a la de conductores normales”.
Bofill recuerda que “ahora las aseguradoras calculan la póliza del vehículo a motor según el perfil del conductor; la tipología de vehículo, no es lo mismo asegurar un Ferrari que una Berlina familiar. Aun y todo se mira mucho el perfil del conductor. Eso no ocurre con los vehículos eléctricos. Es previsible que el dueño de estos vehículos tenga que pagar una prima mayor que la del vehículo convencional”.
Nuestro interlocutor cree que aún falta tiempo para llegar a este escenario que dibuja a medio plazo: “Falta que la tecnología funcione perfectamente y que la conducción autónoma genera mucha seguridad. Para eso hay que empezar por mapear las ciudades y sus carreteras. Los vehiculos eléctricos son más caros y es un hecho que su siniestralidad es mayor derivada de los riesgos específicos que conllevan”.
En la actualidad, el poseedor de un vehículo eléctrico en España tendría que asegurarlo obligatoriamente con el seguro de autos existente: “Es un vehículo a motor que circula igual que cualquier otro. La compañía aseguradora no puede generar una póliza distinta. Lo que si tiene que tener en cuenta es su especialidad. Genera más riesgos y la única fórmula de compensar es subiendo la prima”.
Este jurista nos aclara que Japón es el país que va a la vanguardia en estos coches eléctricos mientras que en Europa no hay ningún avance espectacular en ninguno de los países del Viejo Continente: “Los vehículos tienen sonido ya para que no se produzcan más atropellos en las ciudades. Este país asiático tiene mapeado ya el 90 por ciento del territorio y van a llegar a la conducción autónoma real previsiblemente en tiempo de dos o tres años».
Desde su punto de vista, el PERTE que el Gobierno quiere impulsar con Fondos Europeos para desarrollar el coche eléctrico por valor de 3.000 millones de euros y al que previsiblemente acudan compañías como Ford y Stellantis puede ayudar a desarrollar una industria incipiente en nuestro país: “En el caso que se proyecto acabe por implantarse en nuestro país uno de los efectos que puede generar es la bajada de primas que tengan que pagar los propios conductores al asegurar su vehículo”.