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Estilo de Vida

Así es como tu cerebro decide qué recordar y qué olvidar

Tu memoria tiene un GPS que decide qué recordar y qué olvidar, las culpables son las ondas cerebrales

(Imagen: E&J)

Ana Sánchez Blázquez

Redacción E&J




Tiempo de lectura: 3 min

Publicado




Estilo de Vida

Así es como tu cerebro decide qué recordar y qué olvidar

Tu memoria tiene un GPS que decide qué recordar y qué olvidar, las culpables son las ondas cerebrales

(Imagen: E&J)



La capacidad del cerebro humano para recordar ciertas cosas mientras otras se desvanecen es un proceso fascinante y esencial para nuestra vida diaria. La atención, las emociones y la práctica son factores que influyen en cómo almacenamos y recuperamos información. Sin embargo, investigaciones recientes revelan que podrían existir mecanismos adicionales que juegan un papel crucial en este proceso: las ondas cerebrales agudas podrían ser las encargadas de decidir qué recuerdos se conservan y cuáles se olvidan durante el descanso.

Las ondas agudas han sido estudiadas desde hace décadas, especialmente por su papel en la consolidación de los recuerdos. Estos destellos de actividad neuronal sincronizada, que ocurren en el hipocampo, se han vinculado con la capacidad del cerebro para transferir información de corto a largo plazo, especialmente durante el sueño profundo. Durante esta fase, el cerebro reproduce aceleradamente fragmentos de experiencias recientes, facilitando así su almacenamiento en la neocorteza, donde los recuerdos a largo plazo se estabilizan.



Pero, ¿qué más pueden hacer estas ondas agudas? Un estudio reciente de la Universidad de Nueva York, publicado en la revista Science, sugiere que estas ondas no solo consolidan recuerdos, sino que también pueden actuar como un sistema de «etiquetado» que ayuda al cerebro a seleccionar cuáles experiencias deben ser recordadas. Los científicos descubrieron que, durante las pausas en tareas experimentales con ratones, las ondas que replicaban la actividad cerebral ocurrida durante la ejecución de dichas tareas se repetían mientras los animales dormían. Esto no sucedía con las ondas asociadas a actividades que no se repetían mientras estaban despiertos. Esto lleva a los investigadores a pensar que estas ondas funcionan como una especie de «marca» que indica qué experiencias deben ser almacenadas para su recuerdo a largo plazo. Aquellos recuerdos que no son «marcados» de esta manera tienden a desvanecerse y ser olvidados.

Este descubrimiento abre nuevas vías para entender cómo el cerebro decide qué recordar y qué olvidar, aunque aún queda mucho por descubrir en este campo. Si bien este estudio proporciona un mayor entendimiento de los procesos neurológicos que subyacen al descanso y la memoria, también plantea nuevas preguntas sobre los criterios que utiliza el cerebro para elegir qué experiencias merecen ser conservadas.



 



(Imagen: E&J)

 

La memoria es un proceso complejo y multifacético, y existen varios factores que influyen en cómo se codifican, almacenan y recuperan los recuerdos. Uno de los más importantes es la atención y concentración que ponemos en las tareas. Cuando nos enfocamos en algo, es más probable que esa información se almacene correctamente en nuestra memoria. Estudios han demostrado que la capacidad de recordar a corto plazo está íntimamente ligada a nuestra habilidad para concentrarnos en lo que estamos haciendo.

Además, la práctica y el entrenamiento constante pueden reforzar nuestras habilidades de memoria. La repetición no solo nos ayuda a mejorar en lo que hacemos, sino que también refuerza las conexiones neuronales que sustentan nuestra capacidad para retener información. Este proceso de fortalecimiento es crucial para mejorar la memoria de trabajo, que es la capacidad de procesar y manejar información en el momento.

Otro factor determinante en la memoria es la relevancia emocional de las experiencias. Los eventos que tienen una carga emocional fuerte tienden a ser más vívidamente recordados. Esto se debe a la activación de la amígdala, una región del cerebro que está estrechamente relacionada con las emociones, y que interactúa con el hipocampo para consolidar estos recuerdos.

La novedad también juega un papel importante. Las experiencias nuevas e intensas no solo captan nuestra atención, sino que también provocan la liberación de sustancias químicas como la dopamina y la adrenalina, que influyen en la plasticidad de las sinapsis, afectando así la fortaleza y la duración de las conexiones neuronales.

Por otro lado, el olvido es una función esencial del cerebro. No podemos ni debemos recordar todo; nuestro cerebro está programado para filtrar la información irrelevante, evitando así una sobrecarga de datos que sería ineficaz para nuestra supervivencia y funcionamiento diario.

Finalmente, es importante recordar que nuestros recuerdos no son perfectos. Investigaciones del neurocientífico Charan Ranganath señalan que la memoria es un proceso selectivo y a menudo imperfecto, influenciado por nuestros prejuicios, inferencias e interpretaciones. Los recuerdos no solo reflejan el pasado, sino que también nos ayudan a definir quiénes somos en el presente y cómo imaginamos nuestro futuro.

En conclusión, la memoria es un proceso fascinante que aún guarda muchos misterios. Desde las ondas cerebrales que etiquetan recuerdos hasta los factores emocionales y de atención que influyen en qué recordamos, la ciencia continúa desentrañando los secretos de cómo funciona nuestra mente. Y mientras tanto, seguimos dependiendo de este asombroso sistema para navegar por nuestras vidas diarias, aprendiendo, creciendo y, a veces, olvidando.

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