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Estilo de Vida

Cállate un ratito: beneficios del silencio

La OMS recomienda no vivir tolerando niveles de ruido iguales o superiores a los 53 decibelios, pero muchos los superamos

(Foto: E&J)

Tiempo de lectura: 3 min

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Estilo de Vida

Cállate un ratito: beneficios del silencio

La OMS recomienda no vivir tolerando niveles de ruido iguales o superiores a los 53 decibelios, pero muchos los superamos

(Foto: E&J)



«No hables a menos que puedas mejorar el silencio», dijo una vez el escritor Jorge Luis Borges. Lo cierto es que si repasamos mentalmente la lista de cosas que hacemos a diario nos daremos cuenta de que hay un discreto lujo ausente en la mayoría de ellas: el silencio.

Escuchar algo de música, ver una serie o una película, salir a comer fuera… incluso los planes que dedicamos al autocuidado están impregnados de ruido. Y la estridente sonoridad nos enferma: no solo nos hace dormir peor, también puede llegar a afectar a nuestro bienestar emocional, psicológico o incluso aumentar el riesgo de padecer problemas cardiovasculares.



La Agencia Europea de Medio Ambiente calcula que la exposición continua al ruido ambiental provoca que unos 20 millones de individuos sufran grandes molestias crónicas y 6,5 millones, alteraciones del sueño graves y crónicas.



«No hables a menos que puedas mejorar el silencio, dijo una vez el escritor Jorge Luis Borges» (Foto: E&J)

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa el límite de ruido recomendable en 53 decibelios. Más de la mitad de la población urbana de Europa supera, sólo debido al tráfico, este nivel.



El ruido nos afecta enormemente porque el oído nunca deja de estar activo. Podemos cerrar los ojos mientras dormimos, pero no podemos dejar de oír.

Los beneficios del silencio

Michel Le Van Quyen, investigador neurocientífico francés del Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica de Francia, se ha especializado en estudiar los beneficios del silencio sobre nuestra salud cerebral.

En septiembre de 2017, según explica en su libro “Cerebro y silencio”, se despertó con una parálisis facial fruto del extremo agotamiento. Le prescribieron reposo absoluto. El silencio en que se sumió le sentó tan bien que decidió estudiar más sobre ello. “En un estudio publicado en el 2013 sumergieron en el silencio a ratones durante dos horas diarias y observaron cómo se creaba una cantidad mayor de células nuevas en el hipocampo. Sabemos que dos minutos de silencio bastan para disminuir la presión arterial y el ritmo cardiaco.”, dijo el autor en una entrevista que le realizó el diario La Vanguardia en 2019.

El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid también reconoce los aspectos positivos del silencio. Señala que la ausencia de ruidos proporciona beneficios a cuatro niveles: emocional, aportándonos paz y calma; cognitivo, permitiendo una mejor concentración; social, pues nos ayuda a “bajar el ritmo” de la vida cotidiana y espiritual, permitiendo el desarrollo del mundo interior.

Pese a todo, cada vez es más difícil encontrar lugares en absoluto silencio. Hay quien lleva esta búsqueda al extremo, como el autor Erlin Kagge, quien en su libro El silencio en la era del ruido (Taurus, 2017) narra sus cincuenta días andando en solitario por la Antártida.

«Son muchas las personas que consideran el silencio como un hueco que hay que rellenar» (Foto: E&J)

Silencio interior: aprender a escuchar

También es importante trabajar el silencio interior. Aprender a quedarse callado y comprobar que muchas veces los silencios concentran más significado que cualquier cosa que uno pueda llegar a decir.

Vivimos en una sociedad que tiende a reconocer a las personas habladoras por encima de las reservadas. Sí, saber hablar bien es importante, pero no lo es menos saber escuchar, y es una virtud que en la mayoría de las ocasiones suele pasar desapercibida. Citando a Daniel Goleman y su libro “Inteligencia social”, “el arte de saber escuchar es una de las principales habilidades de las personas que tienen un alto grado de inteligencia emocional”.

Son muchas las personas que consideran el silencio como un hueco que hay que rellenar. Es lo que el filósofo y escritor español Ramón Panikkar definió como “sigefobia”, miedo al silencio. Para él es uno de los grandes males de este siglo: “el hombre moderno trata compulsivamente de acercarse a la muchedumbre y pretende ahogar su propia angustia en todo tipo de rumores y ruidos”, afirma.

Alberto Álvarez Calero, autor del libro “La importancia de la escucha y del silencio”, describe algunas pautas para aprender a escuchar a los que nos rodean. Entre ellas cita evitar cualquier distracción, cosa difícil en un mundo apegado al bullicio constante de redes sociales, teléfonos móviles, televisores…

Dicen que en las grandes ciudades hay de todo. Parece que el silencio se nos escapó hace años y no lo hemos oído irse.

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