Cinco hábitos para ser un abogado eficaz
En la abogacía hay que ser constantes, sacrificar horas de tiempo personal y dedicar un gran esfuerzo, por lo que a veces es estresante y puede influir en el rendimiento
(Foto: E&J)
Cinco hábitos para ser un abogado eficaz
En la abogacía hay que ser constantes, sacrificar horas de tiempo personal y dedicar un gran esfuerzo, por lo que a veces es estresante y puede influir en el rendimiento
(Foto: E&J)
La abogacía es una profesión de gran prestigio, la vida en sociedad es posible gracias a la labor que tienen como defensores de los derechos e intereses de las personas físicas y/o jurídicas, lo que a veces puede ser más estresante de lo que algunos imaginan.
Se trata de un oficio que, si bien ofrece ventajas atractivas como la recompensa emocional y económica, también trae consigo tener que ser constantes, sacrificar horas de tiempo personal y dedicar un gran esfuerzo cuando se traten de largas jornadas de trabajo.
Lo que conlleva a que los abogados tengan que lidiar con el estrés derivado del alto volumen de trabajo y de la frustración de no lograr que los casos obtengan los resultados esperados en ocasiones. Estas situaciones originan que el rendimiento de los trabajadores se vea disminuido, pero existen hábitos para que los abogados sean más efectivos:
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Márcate propósitos
Define qué quieres conseguir en cada situación, en el trabajo en general y en cada caso que lleves. Una vez que tienes unos fines claros, diseña estrategias con los pasos a seguir para obtener los resultados que deseas.
Tener propósitos sirve para que a la hora de desempeñar un trabajo tengamos una meta que alcanzar, una motivación fija que nos haga avanzar en esa dirección y luchar para obtener resultados que nos complazcan y satisfagan en nuestra vida laboral. Si ves que lo que vas consiguiendo no se ajusta con los planes que tenías en mente al principio, entonces replantéate cambiar de estrategias.
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Beneficios comunes
Una tarea que debe potenciar todo abogado para rentabilizar su efectividad en el trabajo es la habilidad de comunicación y de negociación. Intenta buscar soluciones que sacien a ambas partas. Un acuerdo de beneficio mutuo a veces es la mejor solución para evitar que puedan darse resultados peores.
Propón una alianza en la que todos salgan ganando. Puedes consultarlo con otros profesionales del gremio para que te aconsejen y, con tu cliente para ver si está a favor de lo propuesto pues, no olvides que lo principal es velar por sus intereses.
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Sé proactivo
Reside en nosotros mismos tener iniciativa y responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Para lograrlo hay que buscar el cambio de adentro hacia afuera, es decir, cambiar nosotros para que a la vez se produzca un cambio positivo en nuestro alrededor.
Ser proactivo significa que tenemos que adelantarnos a las situaciones futuras, actuar antes de que sucedan. En vez de esperar a que algo ocurra y ajustarnos o reaccionar ante ello, un buen abogado se adelantara a los hechos si toma el control de la situación. No esperes a que algo venga a ti, sino, ve tú a por ello y estate preparado para el momento.
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Genera correlación
La confianza entre abogado-cliente es fundamental para obtener un resultado positivo a favor en el caso. Busca la cooperación con la persona que vas a defender.
Hacer entender que ambos formáis un equipo y que es necesario que exista confianza mutua, pues será el único modo de preparar todas las estrategias posibles para ganar sin que pueda haber hilos sueltos que supongan un problema inesperado.
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Frena para volver más fuerte
Cada uno es responsable de cuidar su salud física y psicológica, ambas igual de importantes. La mayoría de las personas sacan tiempo para hacer ejercicio o se plantean seguir una dieta alimenticia equilibrada pero, son pocas las personas que dedican parte de su tiempo a cuidar su salud mental.
El estrés puede ser nuestro mayor enemigo e interferir en nuestro rendimiento laboral así como en nuestra vida personal. Por eso, es importante tomarse un tiempo para reflexionar sobre si lo que estamos haciendo nos está llevando a donde queremos ir o lo que queremos conseguir. Frenar para poner en orden las ideas y, después, volver al trabajo con más ganas y logrando mejores resultados.