El Altar de Muertos de la Fundación Casa de México ya está preparado y abierto al público para vivir el tradicional Día de Muertos
Este año, el diseñador mexicano, Eugenio Caballero, ha sido el encargado de preparar el altar y lo ha hecho representando la dualidad de el mundo de los vivos y el de los muertos
(Imagen: esMadrid)
El Altar de Muertos de la Fundación Casa de México ya está preparado y abierto al público para vivir el tradicional Día de Muertos
Este año, el diseñador mexicano, Eugenio Caballero, ha sido el encargado de preparar el altar y lo ha hecho representando la dualidad de el mundo de los vivos y el de los muertos
(Imagen: esMadrid)
Como cada año, la Fundación Casa de México en Madrid vuelve a vestir sus espacios con una de las celebraciones más importantes de la cultura mexicana: el Día de Muertos. Desde el 2 de octubre hasta el 10 de noviembre, el corazón de Madrid se convierte en una ventana a las tradiciones ancestrales mexicanas con una serie de actividades y un espectacular Altar de Muertos diseñado para transportar a los visitantes a un universo donde vida y muerte se entrelazan. La edición de este año, la séptima ya, cuenta con la visión de Eugenio Caballero, renombrado director artístico y ganador del premio Óscar, que ha transformado cada rincón de la fundación en una representación de los dos mundos: el de los vivos y el de los muertos.
El Altar de Muertos es, sin duda, la pieza central de esta celebración. Este año, el altar abarca una extensión de 30 metros cuadrados y se inspira en las ilustraciones del artesano Javier Martínez Pedro, un detalle que se observa en cada esquina y que evoca el viaje de los difuntos que, según la tradición mexicana, regresan a visitar a sus seres queridos durante estos días. Todo en este altar, desde los colores hasta los aromas y formas, está pensado para guiar a las almas en su recorrido de vuelta al mundo de los vivos.
Al atravesar la fachada, te encuentras con una explosión de color gracias a las icónicas flores de cempasúchil, tejidas con la técnica de sillas de Acapulco. Estas flores, de un tono anaranjado brillante y aroma característico, simbolizan la vida y son un elemento clave en las ofrendas, ya que su presencia ilumina el camino que siguen las almas para llegar al altar. Además, la fachada cuenta con nueve calaveras monumentales hechas para simular el barro bruñido, un material tradicional que le da a estas piezas una textura rústica y ceremonial.
El recorrido además de ser una oda a la vida, también es un recordatorio de la dualidad en la que se basan muchas de las creencias prehispánicas de México. Caballero y su equipo han recreado en los espacios de la fundación una interpretación visual de esta dualidad: vida y muerte, día y noche, cielo e inframundo. Desde las escaleras hasta los pasillos y salas, el espacio se transforma en una especie de portal místico que conecta ambos mundos. Las paredes están decoradas con papel picado, tallado con motivos inspirados en los dibujos de Martínez Pedro, mientras que el ambiente se ilumina con velas, en un guiño al clásico de cine mexicano Macario, que también podrá verse en un ciclo de cine en la fundación, titulado “El muerto al pozo y el vivo al gozo”.
Arte y tradición en cada detalle
Además del altar, la Fundación Casa de México ha preparado otros espacios llenos de magia y simbolismo. Uno de los más llamativos es el escaparate, donde un teatrino con escenas del paisaje mexicano y calaveras recibe a los visitantes con una escenografía que parece sacada de un cuento popular. También se ha dispuesto una galería en los pasillos, con 20 piezas de arte popular elaboradas en técnicas tradicionales como el barro, el pastillaje, la madera tallada, y el barro moldeado. Cada una de estas piezas es un tributo a los artesanos mexicanos y a la creatividad que caracteriza la cultura del país.
El recorrido termina en un altar tradicional que evoca la intimidad de los hogares mexicanos durante el Día de Muertos. Este altar incluye todos los elementos esenciales: agua, velas, copal, papel picado, flores, calaveritas, y objetos personales de los difuntos. Todo está dispuesto con el esmero y el respeto que la ocasión amerita, para ofrecer al público un acercamiento auténtico a la festividad.
Pero la experiencia no se limita a la observación. La fundación ha diseñado un programa completo de talleres para aquellos que quieran sumergirse aún más en la tradición mexicana. Desde la elaboración de nichos y máscaras de catrina hasta talleres de papel picado, teatrinos y tocados de hojas de maíz, las actividades ofrecen una oportunidad única para aprender y participar activamente en esta festividad.