Veranos eternos: la España de 2050
Los efectos del cambio climático se dejan sentir en forma de temperaturas inusualmente cálidas y fuertes sequías. Es previsible que la situación empeore
(Foto: E&J)
Veranos eternos: la España de 2050
Los efectos del cambio climático se dejan sentir en forma de temperaturas inusualmente cálidas y fuertes sequías. Es previsible que la situación empeore
(Foto: E&J)
Las temperaturas medias en España han aumentado notablemente en los últimos diez años y la tendencia global apunta a que para 2050 estarán cerca de duplicarse. Puede que en un futuro no muy lejano nuestros días de verano estén sumidos en una ola de calor constante y que ver nieve en invierno sea aún más inusual de lo que es ahora.
El informe Aumento de Temperaturas por Ciudades en España, elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad señala que todas las grandes ciudades del país han visto un crecimiento medio de la temperatura de o,73 grados desde 2011 a 2020.
Según un estudio publicado en la revista Plos One por científicos del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich la capital de España, Madrid podría tener en el año 20150 el mismo clima que ahora Marrakech (Marruecos). Por su parte Barcelona podría tener temperaturas similares a las que ahora se dan en Adelaida, capital del estado de Australia Meridional.
Verano: lluvias torrenciales y casi 50 grados
National Geographic España indica que en un día de verano de 2050 las temperaturas alcanzarán fácilmente los 42ºC en Madrid, 44ºC en Bilbao, 45ºC en Valencia y Santa Cruz de Tenerife, y hasta 49ºC en Sevilla y en Córdoba.
El mayor incremento de temperaturas se espera en el interior peninsular, aciendo que Madrid, Castilla La Mancha, Extremadura, interior de Andalucía y sur de Castilla y León alcancen temperaturas especialmente elevadas todo el año.
También se verá afectada la duración de las olas de calor, que, si bien en la actualidad pueden extenderse durante una semana, en 2050 podrían llegar a permanecer hasta 13 días de media en el interior peninsular, e incluso superar los 20 en el litoral mediterráneo.
Con la caída del sol el calor tampoco nos dará tregua. Según la Agencia Estatal de Meteorología, las noches tropicales (aquellas en las que las mínimas superan los 20ºC) podrían aumentar en un promedio de 30% cada año.
Por su parte, la escasez de lluvia será la tónica general. Es probable que durante los meses de verano de 2050 encontremos regiones en las que no se registre una sola gota de lluvia durante más de 60 días. Cuando llueva, lo hará de forma torrencial, provocando inundaciones, sobre todo en el Mediterráneo.
Invierno primaveral
El equipo de meteorología del portal Eltiempo.es ha analizado cómo será esta estación en la década de 2050. Se espera que los inviernos sean «más suaves»: en total tendríamos tan solo unos 15 días de mínimas bajo cero en el centro del país.
¿Estamos preparados?
Según Julio Díaz, jefe de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII y experto en cambio climático, el ritmo al que sube la temperatura será lo que marque nuestras posibilidades de adaptación.
Un estudio del Instituto Carlos II reflejó que la mortalidad asociada al aumento de temperaturas se ha reducido del 14 al 1% por cada grado de más. Ello evidencia que, en cierto modo, ya nos hemos “adaptado” un poco al calor. Obviamente las buenas cifras se deben en buena medida a la concienciación sobre los riesgos del calor extremo: no hacer deporte en horas punta, no permitir a los trabajadores desempeñar actividades que requieran esfuerzo físico al aire libre…
Los expertos coinciden en que una de las amenazas que el cambio climático tiene para la salud es el aumento de enfermedades que no teníamos como propias se instalen en España. Ejemplo de ello son todas las transmitas por el mosquito tigre (zika, dengue…): el calor propicia que estos insectos tengan más ciclos reproductores y aumenten sus poblaciones.
Las enfermedades de la piel, las alergias y, sobre todo, las enfermedades respiratorias también se verán agravadas. “El cambio climático no crea nuevas enfermedades, pero las intensifica”, afirma Díaz.