Guía para desarrollar una buena comunicación asertiva
Es una nueva manera de relacionarte con las personas que te rodean
(Foto: E&J)
Guía para desarrollar una buena comunicación asertiva
Es una nueva manera de relacionarte con las personas que te rodean
(Foto: E&J)
Existe la creencia generalizada de que la comunicación asertiva se basa exclusivamente en una forma de expresarnos en la que defendemos nuestros puntos de vista o exponemos una idea con firmeza. De este modo, las personas asertivas sentirán que sus opiniones y convicciones son respetadas.
Sin embargo, la comunicación asertiva no es solo una forma de defender tus derechos o decir que no. Es una nueva manera de relacionarte con las personas que te rodean.
La asertividad tampoco es simplemente decir lo que se piensa. Significa comprender las propias necesidades, responsabilizarse de las emociones y en última instancia conectar con los demás. Teniendo esto en cuenta, si te centras en comprender tus necesidades y las de los demás, y no en ganar las discusiones, tu forma de relacionarte cambiará totalmente.
Partiendo de esta base, la verdadera comunicación asertiva, la que acerca posturas y te permite expresarte con la certeza de que no vas a herir a nadie, se concreta en cuatro pasos.
1.- Comunica los hechos sin juzgar
La comunicación asertiva se basa en separar tus observaciones de tus evaluaciones. Esto se consigue describiendo lo que ha ocurrido si emitir ningún juicio de valor, simplemente explicando de la forma más objetiva que puedas lo que has observado. Si no lo haces así, acorres el riesgo de que, si tu interlocutor percibe que estás emitiendo un juicio sobre lo que es bueno o es malo, deje de escucharte inmediatamente.
Lo importante es que describiendo lo que has observado sin añadir ninguna evaluación personal aumentarás las probabilidades de que te escuchen, evitando que se pongan a la defensiva de inmediato.
2.- Identifica tus sentimientos y exprésalos
Esto es muy importante, dado que los sentimientos de cada persona son la única realidad que no admite discusión. El problema es que no estamos acostumbradas a identificar nuestros sentimientos porque nos limitamos a juzgar qué hacen mal los otros.
La clave es centrarte en describir tus sensaciones internas en lugar de explicar tus pensamientos o interpretaciones de los actos de los demás. Por ejemplo: “Me aburro” describe una experiencia emocional tuya, mientras que “siento que ignoras” es una interpretación de los sentimientos de la otra persona, y como tal puede estar equivocada. Evita dar a entender que hay algo incorrecto en el otro. Solo así conseguirás que empaticen contigo y empiecen a respetar tus necesidades.
3.- Encuentra tu necesidad no satisfecha
Es el paso más difícil, pero también la llave de la comunicación asertiva. Lo primero a tener en cuenta es que los sentimientos no aparecen de la nada. Tampoco los provocan los actos de los demás: los crean tus necesidades. Una persona se siente bien cuando sus necesidades están satisfechas y mal cuando no lo están.
Todo el mundo comparte las mismas necesidades. Todos necesitamos sentirnos apreciados, seguros o comprendidos. Por eso es más fácil conectar con la gente cuando las expresas, porque saben a lo que te refieres.
Según este planteamiento, una de las claves principales de las relaciones personales es que cuando no entiendas los motivos de alguien para hacer o decir algo, para enfadarse o deprimirse, pregúntate qué necesidad no cubierta puede haber detrás. O mejor aún, pregúntale qué necesita realmente. Podría parecer que cuando una persona muestra sus necesidades es más vulnerable, pero no es así. Ayuda a empatizar con los demás porque estarás hablando en un lenguaje universal.
4.- Haz una petición activa y concreta
Identifica qué comportamiento lograría satisfacer tu necesidad no cubierta, y exprésalo con detalle para que la otra persona pueda decidir si quiere ayudarte a cubrirla. Lo mejor de todo es que, al haber expuesto previamente tu necesidad no cubierta en el paso 3 habrás creado una conexión empática y estará más dispuesta a decirte que sí.
En este paso hay que tener cuidado y no decir lo que no queremos en lugar de lo que sí queremos y concretar poco y dejarlas abiertas a la interpretación de los demás.
Céntrate en lo que quieres y sé lo más específico posible. Convierte tus peticiones en acciones concretas que los demás puedan realizar. Cuanto más claro seas, más probabilidades tendrás de que satisfagan tus necesidades.
Asimismo, cuando hagas una petición, asegúrate de que en ningún momento se convierte en una exigencia. De lo contrario no estarás empatizando con la otra persona, sino demostrándole que antepones tus necesidades a las suyas.
Cuando alguien percibe que no vas a reaccionar mal responda lo que responda, generarás confianza, se sentirá más libre y las probabilidades de que acepte se multiplicarán por dos.
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