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Estilo de Vida

La ciencia detrás de la procrastinación: ¿por qué dejamos todo para el último minuto y cómo podemos vencer este hábito?

Superar la procrastinación no es simplemente una cuestión de fuerza de voluntad; se trata de entender cómo funciona nuestro cerebro y utilizar estrategias respaldadas por la ciencia para gestionar nuestras tareas de manera más efectiva

(Imagen: E&J)

Ana Sánchez Blázquez

Redacción E&J




Tiempo de lectura: 3 min

Publicado




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La ciencia detrás de la procrastinación: ¿por qué dejamos todo para el último minuto y cómo podemos vencer este hábito?

Superar la procrastinación no es simplemente una cuestión de fuerza de voluntad; se trata de entender cómo funciona nuestro cerebro y utilizar estrategias respaldadas por la ciencia para gestionar nuestras tareas de manera más efectiva

(Imagen: E&J)



Procrastinar es un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo, y aunque pueda parecer simplemente un problema de falta de disciplina, la ciencia nos muestra que es mucho más complejo. En realidad, la procrastinación está profundamente enraizada en la biología de nuestro cerebro, y entender este proceso es clave para superarlo.

¿Por qué procrastinamos?

Para comprender por qué procrastinamos, es fundamental conocer el papel de la amígdala, una pequeña estructura en nuestro cerebro encargada de procesar emociones como el miedo y el placer. Cuando nos enfrentamos a una tarea difícil o estresante, la amígdala percibe una amenaza, activando una respuesta que nos lleva a evitar esa tarea y buscar actividades más placenteras. Este mecanismo es una reminiscencia de nuestros antepasados, para quienes evitar el peligro inmediato era esencial para la supervivencia.



Sin embargo, el verdadero enemigo en la procrastinación moderna es el corteza prefrontal, el área del cerebro responsable de la planificación y el control de impulsos. Esta región se encarga de evaluar las tareas que debemos realizar y de priorizar aquellas que son más importantes. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a una tarea que no ofrece una recompensa inmediata, la corteza prefrontal puede ceder ante la tentación de la amígdala y dirigirnos hacia actividades que nos proporcionan gratificación instantánea, como revisar nuestras redes sociales o ver videos en YouTube.

La dopamina y la búsqueda de recompensas inmediatas

La dopamina, conocida como el neurotransmisor del placer, juega un papel crucial en la procrastinación. Cuando realizamos una actividad que disfrutamos, como comer algo delicioso o recibir un «like» en una publicación, nuestro cerebro libera dopamina, lo que nos hace sentir bien. Este sistema de recompensa es tan poderoso que a menudo preferimos esas pequeñas dosis de dopamina a las tareas más grandes y complejas, que, aunque eventualmente gratificantes, no proporcionan una satisfacción instantánea.

 



(Imagen: E&J)

 

Investigaciones muestran que el cerebro está constantemente evaluando la relación entre el esfuerzo requerido para una tarea y la recompensa esperada. Si el esfuerzo percibido es alto y la recompensa es lejana o incierta, es más probable que optemos por actividades que nos proporcionen una gratificación inmediata, aunque sean menos importantes a largo plazo.

Técnicas para vencer la procrastinación

Afortunadamente, la ciencia también nos ofrece soluciones para combatir la procrastinación. Aquí te presentamos algunas de las técnicas más respaldadas por investigaciones:

Técnica Pomodoro: esta técnica, desarrollada por Francesco Cirillo en la década de 1980, se basa en dividir el trabajo en intervalos de 25 minutos, llamados «Pomodoros», seguidos de breves descansos. La investigación ha demostrado que trabajar en ráfagas cortas ayuda a reducir la fatiga mental y mejora la concentración. Un estudio de la Universidad de Illinois demostró que breves pausas durante el trabajo pueden mantener alta la motivación y la atención, lo que contrarresta la tendencia a procrastinar.

Regla de los dos minutos: propuesta por el experto en productividad David Allen, esta regla sugiere que si una tarea puede completarse en menos de dos minutos, deberíamos hacerla de inmediato. Esta técnica es eficaz porque elimina la posibilidad de postergar tareas pequeñas, que a menudo se acumulan y generan estrés.

Visualización positiva: otro enfoque respaldado por la ciencia es la visualización del éxito. Un estudio publicado en The Journal of Experimental Psychology encontró que imaginar el resultado positivo de completar una tarea aumenta la probabilidad de que comencemos y terminemos esa tarea. Esta técnica funciona al contrarrestar la aversión inicial al esfuerzo que genera la procrastinación.

Desglose de tareas: dividir una tarea grande en partes más pequeñas y manejables puede reducir la sensación de abrumamiento que suele desencadenar la procrastinación. Esta técnica está respaldada por estudios de la psicología conductual, que sugieren que fragmentar las tareas complejas en pasos más simples disminuye la ansiedad y mejora la productividad.