La Filosofía, la constitución de la humanidad
El 17 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía con el propósito de poner de relieve la importancia de esta ciencia
El filósofo Diógenes (Foto: AKG/ ALBUM)
La Filosofía, la constitución de la humanidad
El 17 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía con el propósito de poner de relieve la importancia de esta ciencia
El filósofo Diógenes (Foto: AKG/ ALBUM)
El 17 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía. Fue la UNESCO la que comenzó a celebrar tal efemérides en 2002, aunque no fue hasta el año 2005 en que declaró su conmemoración oficialmente el tercer jueves del mes de noviembre, con el propósito de poner de relieve la importancia del pensamiento filosófico y animar a las personas de todo el mundo a compartir su herencia filosófica entre sí.
Los principales objetivos del Día Mundial de la Filosofía son los siguientes:
– Renovar el compromiso regional e internacional a favor de la filosofía.
– Promover la investigación y el análisis filosófico sobre los grandes problemas de la humanidad para poder responder mejor a los desafíos del mundo contemporáneo.
– Concienciar a la opinión pública sobre la importancia de la filosofía y su utilización para tomar decisiones importantes.
– Hacer un balance de la situación de la enseñanza sobre filosofía en el mundo.
– Subrayar la importancia de la enseñanza filosófica para las generaciones futuras.
Habrá quien se cuestione si la filosofía es importante en los tiempos actuales, si podemos prescindir de ella. Ciertamente, como ciencia que es, su importancia no puede ser negada al formar parte integrante de nuestro acervo cultural y ser la cuna de conocimiento.
No se trata tan solo de una disciplina, sino que se confunde con nuestra constitución como humanidad. El pensar es una condición insustituible y que en los tiempos convulsos como ahora se torna un recodo al que hay que acudir. Por medio de la filosofía y de quienes a través de la historia la han divulgado se da certidumbre sobre nuestro propio futuro como género.
Y es que hacerse preguntas sobre el sentido de la vida y sus consecuencias es una forma de ejercer la filosofía. No se trata de un gremio de especialistas abstraídos y endogámicos que apenas se relacionan con las circunstancias, sino que el pensar críticamente es una imprescindible forma de reconocernos como humanos. La filosofía pertenece a todos aquellos que se cuestionan y buscan certezas, a quienes, desde su inquietud pensativa, no se sienten satisfechos por el estado de las cosas y sospechan de las fantasías ideológicas. Filosofar es una actitud incansable, sensata, contemplativa, frente al orden supuesto, y a veces engañoso, del mundo.
Por ello, o precisamente por tal motivo, la filosofía no es sólo un método de vida, sino fundamentalmente un idealismo que se centra en la persona misma, en cada uno de nosotros, como parte de nuestro universo. De ahí que, siguiendo la tesis orteguiana, el primer principio de la filosofía, la primera verdad indubitable de la que el filósofo tiene que partir, la realidad radical en la que todas las demás radican, no es la existencia de las cosas fuera de uno ni la existencia del propio pensamiento, sino mi vida, el enfrentamiento dramático entre el yo que soy o, mejor, el que tengo que ser, y la circunstancias, las cosas en derredor.
Continuando con Ortega, el padre de nuestra filosofía en España, filosofar es un ejercicio placentero, una ocupación aficionada que, como en un puzle, se trata simplemente de casar unas piezas con otras, que son nuestros conceptos.
Para uno de sus más excelentes discípulos, Julián Marías, por filosofía se ha entendido principalmente dos cosas: una ciencia y un modo de vida. La palabra filósofo ha envuelto en sí las dos significaciones distintas del hombre que posee un cierto saber y del hombre que vive y se comporta de un modo peculiar.
De aquella misma característica de universalidad parten diferentes concepciones de realidad filosófica, de modo que nos podemos encontrar ante la filosofía de la historia, de la realidad, la teológica, la religiosa, la de la sociedad en la que se inserta por propia naturaleza e, incluso en la filosofía del Derecho.
La filosofía parte, en mi opinión, de términos y definiciones relativos, porque ningún sistema puede pretender una validez absoluta y exclusiva, porque ninguno agota la realidad, de manera que cada sistema filosófico aprehende una porción de la realidad.
Ahora bien, el arte de pensar, de plantearnos dudas razonables para encontrar respuestas lógicas, no es algo que interese sólo a los filósofos, sino también a las gentes más sencillas, como aseveraba Jaime Balmes. Y es que la inteligencia, como algunos pudieran pensar, no es un elemento exigible para filosofar, pues aunque permita una clasificación grosso modo de los seres humanos y sea útil para seleccionar hombres que hayan de ocupar lugares o llevar a cabo actividades más o menos complejas, el poder dar respuesta a los grandes enigmas de la vida no conoce de sexo, edad o condición.
Lo anterior enlaza con el pensamiento crítico, como lo ha calificado José Carlos Ruiz, como hábito mental sano, la gimnasia mental, que se puede aprender desde pequeño.
Dicho de otro modo, la filosofía pone en duda la existencia de las cosas para luego intentar darles un sentido, una razón.
En esta labor de pensamiento han destacado grandes y excelentes filósofos a lo largo de nuestra historia. Así, Sócrates, conocido por su método socrático, que por medio del diálogo buscaba descubrir las ideas verdaderas
Platón, y su concepto de un mundo observable como una imagen imperfecta llena de formas.
Aristóteles, fundador de la lógica y de la biología.
René Descartes, padre de la filosofía moderna, creador del método cartesiano que busca a la vez el error y llegar a la verdad.
Emmanuel Kant, uno de los pensadores más influyentes de la filosofía universal.
Carlos Marx, teórico de la economía y de la sociedad y autor de las tesis revolucionarias más influyentes.
Friedrich Nietzsche, donde su pensamiento se enfrenta al dogmatismo de la filosofía occidental y critica, exhaustivamente la cultura y la religión.
Martin Heidegger, con sus importantes contribuciones a la fenomenología y el existencialismo, abriendo el camino hacia la hermenéutica.
José Ortega y Gasset, exponente del perspectivismo y la razón vital e histórica.
Jean-Paul Sartre, representante del existencialismo, centrándose su obraen la reflexión sobre el ser y la libertad.
O, Simone de Beauvoir, existencialista y feminista, que analizó el papel de las mujeres en la sociedad, reflexionando sobre la libertad y la ambigüedad.
En el campo del derecho, cobran especial protagonismo, los constitucionalistas ingleses, como Hooker, Coke, Selden, Milton y Harrington.
Hobbes y su iusnaturalismo y positivismo jurídico.
Los libertinos franceses, como Pascal y Donat.
Spinoza y su teoría del estado y los derechos del individuo.
Locke, con su contrato social, las funciones y límites de la ley o la defensa de los derechos naturales.
Leibniz, con su método de la ciencia jurídica y la jurisprudencia universal racional.
Los iusnaturalistas del iluminismo, con Tomasio, Buddeus, Barbeyrac, Wolff, Burlamaqui o Vattel.
La filosofía jurídica italiana de los siglos XVII a XVIII, con Vico.
Montesquieu y su Cartas persas o el Espíritu de las leyes.
El constitucionalismo americano, con las declaraciones de derechos, los principios jurídicos del Federalist.
Los autores ingleses, como Hume, Adam Smith, Blackstone y Burke.
Los pensadores de la Revolución francesa, con Voltaire a la cabeza, Diderot o Condorcet, sin olvidar a Rousseau y su estado de la naturaleza.
Y, desde luego, a Kant, con su sociedad jurídica universal, eticidad y antijuricidad unidas en el reino de los fines o la coactividad del Derecho.
Cada uno de ellos es un trozo de nuestra historia, pensadores que desde su personal y particular óptica nos han transmitido sus razones sobre lo humano y lo divino, adentrándose en el origen de las cosas y haciendo evolucionar nuestra sociedad con sus teorías.
Por eso en el Día de la Filosofía conmemoramos el día de todos ellos, y a este homenaje me quiero unir en reivindicación de sus conocimientos y experiencia, sin los cuales no seríamos lo que ahora somos.