Método Silva: los ejercicios para aliviar las tensiones de la vida moderna
Sus seguidores defienden que ayuda a aprovechar al máximo las capacidades mentales
(Foto: E&J)
Método Silva: los ejercicios para aliviar las tensiones de la vida moderna
Sus seguidores defienden que ayuda a aprovechar al máximo las capacidades mentales
(Foto: E&J)
El método Silva propone una serie de ejercicios sencillos que ayudan a alcanzar un mayor potencial intelectual. Fue fundado en 1960 por el parapsicólogo autodidacta José Silva, que, preocupado por los malos resultados académicos de sus hijos, desarrolló esta técnica de meditación dinámica. A día de hoy, el método Silva está considerado el programa de meditación original más imitado en los Estados Unidos.
¿En qué consiste el método Silva?
El Método Silva se desarrolla a través de ejercicios mentales ordenados de forma progresiva. Busca que la persona llegue a conocerse a sí misma y, gracias a ello, consiga utilizar de forma eficiente sus habilidades mentales.
Para conseguir estos resultados, pone el foco en las ondas cerebrales. Señala que la persona ha de funcionar en frecuencias cerebrales bajas (alfa y theta). Alcanzamos estos estados mentales durante el sueño profundo, pero lo importante es saber cómo lograr este estado también durante la vigilia.
Fundamento biológico: ¿realmente solo usamos el 10% del cerebro?
Es posible que el Método Silva ayude a la gente a concentrarse más, a superar el estrés y a ver la vida de forma más positiva. Sin embargo, fisiológicamente, el ser humano hace uso de todas las áreas cerebrales, con método o sin él.
Es asombrosa la cantidad de mitos sobre la salud que circulan por ahí. Sin embargo, una parte del cuerpo parece atraer más que otras: el cerebro. Quizá una de las leyendas urbanas más extendidas sea la de que sólo usamos el 10% del potencial de nuestra mente. Aunque sería genial tener un 90% de margen de mejora, desafortunadamente no es cierto.
En primer lugar, habría que preguntarse a qué 10% se refiere la afirmación. Si se refiere al 10% de las regiones del cerebro, es una aseveración fácil de refutar. Mediante una resonancia magnética se confirma que una simple acción, como cerrar y abrir el puño de la mano requiere de la actividad de mucho más de una décima parte del cerebro.
En caso de que ese 10% aludiera al número de células cerebrales, tampoco saldrían las cuentas. Cuando cualquier célula nerviosa se deja de usar se degenera y muere o es colonizada por otras áreas vecinas. Básicamente, todo lo que existe se usa.
No obstante, existe un fenómeno que tal vez pueda explicar el malentendido: nueve de cada diez células en el cerebro son lo que se denomina neuroglias o células gliales, que son células de apoyo y proveen asistencia física y nutricional al otro 10% de las células, las neuronas, que se encargan de «pensar». Las células gliales no pueden transformarse en neuronas para incrementar nuestra capacidad intelectual.
Pese a todo esto, existe un caso excepcional: el de algunos pacientes con hidrocefalia. Hace más de 30 años, el doctor John Lorber, un neurólogo británico que trabajó en el Hospital de Niños de Sheffield, realizó un sorprendente hallazgo. Un día, recibió la visita de un estudiante brillante con un elevado coeficiente intelectual (de 126), aquejado de un pequeño dolor de cabeza. Al recibirlo, el doctor notó que la cabeza del alumno era un poco más grande de lo habitual. Con el objetivo de determinar el porqué de esa condición, decidió realizarle un escáner cerebral. Al obtener los resultados, se llevó una gran sorpresa: su cráneo estaba lleno principalmente de líquido cefalorraquídeo. Lo llamativo -y sorprendente- de este caso, es que la falta de masa cerebral no representó para el joven pérdida de movimientos ni funciones cognitivas. El caso, sin embargo, no demuestra que el resto de nosotros podemos usar nuestros cerebros más de lo que lo hacemos, sino que esa persona se había adaptado a circunstancias extraordinarias.
No todo está perdido: plasticidad neuronal
La mente crea nuevas conexiones entre las células nerviosas y pierde viejas conexiones cuando ya no se necesitan. El cerebro va cambiando a lo largo de la vida y eso nos permite seguir aprendiendo. En esta línea está lo que el método Silva puede conseguir: cambiar la forma en que se utiliza lo que se tiene.
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